Revista Semana| 11/8/1993 12:00:00 AM
El operativo en el cual fue dado de baja «El Angelito» permitió descubrir una red de caletas y escondites donde se refugia Pablo Escobar. ASI SE ESCONDE ESCOBAR
ES POSIBLE QUE LO MAS IMPORTANTE QUE le ha ocurrido al Bloque de Búsqueda en los últimos seis meses no haya sido el operativo que terminó con la muerte de Alfonso León Puerta Muñoz, alias «El Angelito», y de su hermano Alberto Puerta Muñoz, alias «La Cuca», sino el descubrimiento de una intrincada y compleja red de caletas que se han convertido en el único escondite de Pablo Escobar para sobrevivir a la persecución de las autoridades.
Eso fue precisamente lo que sucedió el pasado domingo 3 de octubre en el exclusivo barrio de El Poblado, en Medellín. Esa noche los hombres del Bloque de Búsqueda tenían información de primera mano que les indicaba que el jefe del cartel de Medellín y «El Angelito» se reunirían en una de las residencias del sector. Por eso se montó un espectacular operativo en el que no se dejó nada al azar.
Se utilizaron aerofotografías para diseñar el plan de acción y se acordó que en el participarían cerca de 200 hombres. A las cinco de la tarde se allanó el Hotel Intercontinental. Se cerraron las principales vías de acceso al lugar y se taponó la carretera de Las Palmas, que conduce de Medellín al aeropuerto de Rionegro. Comandos de asalto fueron ubicados en puntos estratégicos mientras los grupos de choque estaban listos para actuar.
Las horas pasaron y la tensión comenzó a apoderarse de los hombres del Bloque. A pesar de que los informantes habían corroborado que la cita entre Escobar y «El Angelito» no había sido cancelada, en la zona todo transcurría en completa normalidad. Y como no pasó nada, a eso a las cinco de la mañana se dio la orden de «limpiar» el lugar en busca de los dos hombres.
Hubo allanamientos en apartamentos y casas, y los comandos se tomaron las calles y las zonas verdes. Fue una operación relámpago, pero nunca los encontraron. Entonces las preguntas comenzaron a flotar en el aire. La principal de ellas era si realmente Escobar y «El Angelito» estuvieron allí. Si la cita se cumplió, los agentes no tenían respuesta para explicar cómo se habían ido los dos hombres, pues no se dejó un solo agujero por donde pudieran escapar.
Sólo tres días después encontraron las respuestas. Los allanamientos y las requisas que se efectuaron les dejaron en claro a los agentes del Bloque de Búsqueda que, si en algún momento Escobar estuvo reunido con «El Angelito » en una de las viviendas de El Poblado, nunca corrieron peligro. En varias de las residencias allanadas se encontraron sofisticadas caletas construidas entre paredes, sótanos, muebles de biblioteca y baños. Nichos suficientemente cómodos como para que una persona permaneciera allí por varios días. Para hallarlos, las autoridades tuvieron que recurrir a arquitectos e ingenieros que, planos de construcción en mano, lograron ubicar estas guaridas.
EL LABERINTO
Desde cuando el Bloque de Búsqueda comenzó la persecución de Pablo Escobar, hace año y medio, uno de los principales obstáculos ha sido descifrar cuáles son los lugares que utiliza el jefe del cartel de Medellín para esconderse de las autoridades. Los agentes del Bloque permanecieron tres meses metidos en la cárcel de La Catedral buscando caletas y refugios.
Fueron tres meses infructuosos a pesar de que se utilizaron los más modernos equipos para este trabajo. Países como Estados Unidos, Inglaterra, Italia y España aportaron su tecnología para colaborar en el hallazgo de este tipo de escondites. De Europa se trajeron perros adiestrados para olfatear vacíos en las paredes.
De Estados Unidos se enviaron detectores capaces de encontrar refugios subterráneos con más de cinco metros de profundidad. De Inglaterra se importaron equipos de ultrasonido para localizar caletas debajo de los pisos. Sin embargo, ninguno de ellos le fue útil al Bloque de Búsqueda.
Cuando se terminó de inspeccionar La Catedral, lo único que hallaron los sabuesos colombianos fueron puertas falsas en los closets que servían para comunicarse de una habitación a otra. Y una que otra rendija donde se guardaban armas. Entonces hubo necesidad de recurrir a los hombres de Escobar que se entregaron a las autoridades.
Varios de ellos fueron trasladados al centro penitenciario, donde, ante el asombro de los miembros del Bloque, comenzaron a abrir no sólo paredes que eran, en realidad, puertas que daban acceso a caletas, sino duchas de baño que hacían las veces de cerrojo de refugios subterráneos, tomacorrientes que al accionarse abrían compuertas en los pisos de madera y que conducían a amplias habitaciones, y muebles de escritorio que en su interior tenían cajones de doble fondo donde se guardaban radiotelefonos y bippers.
Pero una cosa fue el trabajo en La Catedral y otra muy distinta en las requisas que se efectuaron en los 10 mil allanamientos practicados en los primeros ocho meses de operación del Bloque. «No sabemos si pasamos por encima de Escobar en algunos de los operativos que realizamos.
Tuvimos información muy exacta del lugar donde se podía encontrar, pero cuando operábamos nunca encontramos nada. La gente siempre pensó que nuestros hombres estaban comprados, y que cuando llegamos al lugar donde estaba escondido hallabamos el tinto caliente y la cama destendida», dijo a SEMANA uno de los oficiales del Bloque de Búsqueda.
LAS CALETAS
Hoy las cosas son a otro precio. Los miembros del Bloque lograron hacer un curso acelerado sobre nichos. Cada vez que realizan un allanamiento es como si llegaran a efectuar un censo. La regla de oro es saber cuántas personas viven en la residencia, qué habitación ocupa cada una, para qué se utilizan los cuartos vacíos, y qué se guarda en sótanos y depósitos. Se revisan una por una las llaves de agua de los baños, las duchas, los lavamanos, los lavaplatos y las albercas. Se prueban las tomacorrientes y se tiene claro si los bombillos funcionan. Los muebles de sala, comedor y estudio se voltean en busca de cajones de doble fondo.
Las bibliotecas se desmontan y se retiran de los lugares que ocupan. Los cuadros que decoran las salas comedores y cuartos son bajados de su sitio y se establece si las puntillas cumplen una única función. A cada miembro de la familia se le realiza una hoja de vida para determinar qué tipo de trabajo tiene, dónde labora, cuál es su horario y que actividades cumple en sus horas libres. En las casas donde hay piscinas se prueban los mecanismos de motobombas y los interruptores de luces. Muchas piscinas se desocupan para saber si las rendijas de desagues tienen alguna otra función.
LO QUE SE HA DESCUBIERTO
Este dispendioso trabajo, que en muchas ocasiones ha conducido a los hombres del Bloque a permanecer más de una semana en un sólo sitio, ha arrojado excelentes resultados.
En los últimos tres meses los agentes han logrado descubrir 50 caletas que, por su tamaño, diseño y sofisticación, los han llevado a la conclusión de que Pablo Escobar las ha utilizado como refugio. La mayoría de ellas tiene características muy similares: camas amplias, neveras portátiles con alimentos enlatados, agua y gaseosa, ductos de ventilación, cajas fuertes y botiquín de primeros auxilios.
Todas estan impecablemente limpias y disponibles para ser utilizadas en cualquier momento. «Hemos llegado a concluir que la mayoría de estos refugios han sido utilizados con intervalos de entre dos y tres días. Y llegamos a esta conclusión porque muchos de los alimentos que hay en las neveras son frescos y algunos de ellos apenas han sido degustados», señaló a SEMANA uno de los comandantes del Bloque.
¿COMO SE HAN DESCUBIERTO?
Para los agentes del Bloque, Escobar no sólo ha sido un hombre fuerte militarmente sino uno de los más avezados estrategas en cuanto a seguridad se refiere. Porque muchos de estos refugios no son nuevos. Se construyeron hace varios años, en los tiempos en que el jefe del cartel de Medellín se movilizaba como Pedro por su casa, cuando estas caletas sirvieron para esconder a las personas secuestradas por orden suya.
Los oficiales del Bloque se atreven a decir que, de no haber existido estos nichos, Escobar habría caído en sus manos. «Un hombre que perdió a todos sus jefes de seguridad y que hace mucho rato se encuentra solo, no podría sobrevivir a campo abierto ante el asedio y la presión que nosotros hemos ejercido»,dijo uno de los oficiales.
También ha sido una dura tarea para los agentes localizar los escondites de Escobar. Hoy su éxito se lo atribuyen más a la malicia indígena que a los sofisticados equipos que se han traído del extranjero. Encontrar caletas ha sido un reto como la propia búsqueda del jefe del cartel de Medellín. Y cada vez que se descubre una, hay una sensación en el ambiente de que están más cerca del objetivo.
Entre esos éxitos, los integrantes del Bloque recuerdan una caleta que encontraron en alguna de las fincas de La Pintada. En esa oportunidad los informantes entregaron pistas muy concretas sobre la presencia de Escobar en la zona. Se dijo que había permanecido en una de las casas en los últimos tres días. La vivienda pertenecía a «El Chopo». Cuando los agentes entraron al lugar, duraron cinco horas buscando una pista que los condujera hacia el jefe del cartel de Medellín.
No encontraron nada. Sin embargo, antes de marcharse, uno de los agentes entró al baño principal y abrió una de las llaves de la regadera. Pero en lugar de caer agua, la pared comenzó a girar y, ante sus ojos, quedó al descubierto un diminuto apartamento con cocineta, baño, cama doble y una repisa repleta de libros, revistas y periódicos. Todo en desorden.
Otra sorpresa se la llevaron en uno de los apartamentos de El Poblado. Allí llegaron los agentes con una información sobre el paradero de Escobar. Lo requisaron tres veces y no encontraron nada. El informante insistió en que el jefe del cartel de Medellín había ido a dormir, en tres oportunidades. Volvieron a allanarlo por cuarta vez y en esa ocasión uno de los miembros del Bloque comenzó a revisar la estufa de gas. Cuando accionó uno de los botones vio cómo parte del piso comenzó a correrse. Había una puerta de madera que daba acceso a una escalera. Descendió y encontró un pequeño cuarto con una cama sencilla y una nevera portátil.
Los miembros del Bloque de Búsqueda domingo 3 de octubre. En una casa de El Poblado el domingo 3 de octubre se encontró la última caleta. Se toparon con un nicho que estaba protegido por la biblioteca del estudio. Esta vez tuvieron que recurrir a un arquitecto, quien, después de analizar los planos, se encontró que las medidas del cuarto eran muy diferentes a las señaladas en el plano de construcción.
Desarmaron el escaparate de madera y, efectivamente, había un pasadizo que conducía a un cuarto amplio que contenía una caja fuerte y una nevera. Igual que el descubrimiento de esta caleta han sido los demás. Porque en muchas ocasiones los agentes del Bloque se han encontrado inspeccionando un tomacorriente, un bombillo o una llave de lavamanos, y cuando los accionan, ante sus ojos han quedado al descubierto refugios y caletas que sirvieron de escondite a Pablo Escobar.
Así, a lo largo de este año y medio de persecución las autoridades no sólo han logrado desvertebrar su infraestructura militar y cortarle su compleja red de comunicación, sino que ahora, por fin, han empezado a desmantelar sus nichos, que han sido, hasta ahora, el pasaporte del jefe del cartel de Medellín para mantenerse más allá del alcance de las autoridades. Y si bien es cierto que en los últimos meses se llegó a pensar en la posibilidad de desmantelar el Bloque de Búsqueda, el golpe dado al narcotráfico con el operativo que terminó con la muerte de «El Angelito» y los avances de inteligencia por descifrar la red de caletas que utiliza Escobar para su escondite, pone otra vez en primer plano el esfuerzo realizado por la Policía Nacional.
EL ULTIMO HOMBRE
A LAS 8:35 DE LA NOCHE DEL PASADO 6 de octubre, cuando los jefes del Bloque de Búsqueda recibieron la noticia de que Alfonso León Puerta Muñoz, alias «El Angelito», había sido dado de baja, hubo más una sensación de frustración que un parte de victoria. Porque la misión que se había montado, una horas atrás, estaba encaminada a la captura con vida del hombre más cercano a Pablo Escobar y quizás el único que sabía exactamente el paradero del jefe del cartel de Medellín.
Durante las últimas dos semanas, las autoridades habían logrado dar con el paradero de «El Angelito» gracias a la información que suministraron dos informantes que se contactaron con los agentes de inteligencia del Bloque, quienes confirmaron que este continuaba muy cerca de Escobar.
Por esa razón los oficiales del Bloque decidieron que, si conseguían capturarlo con vida, la posibilidad de llegar a Escobar nunca iba a estar tan cerca. Entonces se decidió actuar de inmediato.
Comenzaron a seguirle los pasos para saber hasta dónde los podía llevar. Así fue como se organizó el operativo del domingo 3 de octubre, dado que los agentes de inteligencia establecieron que ese día Escobar y «El Angelito» tenían programada una cita en El Poblado.
Sin embargo, la operación no dio los resultados esperados. Se perdió el rastro y se pensó en fracaso. Pero tres días después se logró dar de nuevo con su paradero. Los informantes dieron más pistas y estas condujeron a los agentes del Bloque a la casa del hermano de «El Angelito». En la vivienda de Alberto Puerta Muñoz, alias «La Cuca», los dos hombres tenían programada una reunión para el miércoles 6 de octubre.
Con esta información confirmada, se diseñó el operativo. Como la zona era de muy difícil acceso, se determinó que un comando de seis hombres se tomara la casa. A las tres de la tarde la vivienda fue ocupada. En ella se encontraban la esposa y los dos hijos de «La Cuca». A los 8:15 de la noche arribó un taxi amarillo, con los Puerta. «El Angelito» venía manejando. Su hermano descendió del auto y, en lugar de abrir el portón de la residencia con su llave, decidió golpear. En ese momento se percató de que algo andaba mal. Salió corriendo y le gritó a su hermano que se marcharan. «Encendé el carro, que nos cogieron», le decía. Y mientras se dirigía hacia el taxi comenzó a disparar. Fue entonces cuando los hombres del Bloque de Búsqueda lo hicieron desde adentro y dieron de baja a «El Angelito» y a «La Cuca».
LA ISLA DE LA FANTASIA
Las revelaciones sobre la presencia de Escobar en Brasil y sus entrevistas con Paulo Cesár Farías parecen hacer parte de la leyenda del capo.
LA CUPULA DE LA POLICIA BRASILEÑA, que hasta la semana pasada consideraba cierta la historia sobre la presencia de Pablo Escobar en su país, comenzó a tratar el asunto con cierto aire de fantasía. Según las denuncias, el jefe del cartel de Medellín habría estado en el balneario de Cabo Frío, en agosto de 1992, dialogando con Paulo César Farías, ex tesorero de la campaña del ex presidente Fernando Collor de Melo, acusado, al igual que éste, de corrupción, para ultimar detalles sobre la manera de lavar millones de dólares allí. Para ocultar su presencia, Escobar habría sobornado con 10 millones de dólares al comisario Edson Campello, uno de los más estrechos colaboradores del gobernador de Rio, Nilo Batista.
Si bien la historia no ha sido confirmada por las autoridades brasileñas -que tampoco la descartan- la forma como se conoció esta denuncia ha puesto a pensar a los investigadores sobre su veracidad. En la noche del 30 de agosto pasado, unos 50 policías irrumpieron en Vigario Geral, una favela de Rio, y asesinaron indiscriminadamente a 21 personas.
Tal como se supo después, los agentes creyeron que los habitantes del barrio protegían a narcotraficantes que también, días antes, habían acribillado a cuatro policías. Era, pues, una venganza. Los responsables de la matanza, cuya identidad fue revelada por el ex sargento Ivan Custodio Barbosa de Lima, fueron detenidos y ahora son enjuiciados. Lo extraño es que fue el mismo Barbosa de Lima quien echó a correr la versión sobre la presencia de Escobar en Brasil.
¿Qué relación existe entre uno y otro hechos?
De acuerdo con opiniones recogidas por SEMANA entre periodistas brasileños, el comisario Edson Campello se habría abstenido de «ocultar y proleger» a los autores de la masacre de Vigario Geral, lo cual generó un resentimiento entre los agentes y policías involucrados, que decidieron revelar el supuesto soborno hecho por Escobar a Campello.
Barbosa señaló que los hombres que arrestaron a Escobar no sabían, en principio, quién era. Pero imaginaron que se trataba de un gran traficante, debido a la seguridad que había en su domicilio. «No obstante -dijo Barbosa a las autoridades brasileñas- los guardaespaldas de Escobar dominaron los policías, tras lo cual decidieron llegar a un acuerdo». Tras 16 horas de diálogos, Escobar le habría entregado a Campello los 10 millones de dólares.
Que sean ciertas o no las acusaciones contra Escobar, lo concreto es que el vicegobernador de Rio, Nilo Batista, pidió al procurador general de Brasil, Antonio Carlos Biscaia, la designación de dos investigadores para aclarar el caso. Al fin y al cabo, su propia administración ha quedado en entredicho, pues Campello era el hombre de confianza de Batista.
El hecho de que las revelaciones sean el resultado de una venganza entre policías y de que ello implique que puedan ser simplemente intentos de Barbosa por enlodar a sus superiores, así como la convicción que tienen las autoridades colombianas en el sentido de que Escobar nunca ha salido de Antioquia -zona que domina y conoce, y en donde recibe la mejor protección- hacen pensar que la historia de Escobar en el Brasil solo sea un nuevo capítulo de la leyenda del capo.