Con Escobar que seguía en el exterior y tan encartado como estaba con el asunto de las fotos de Managua, unos delincuentes comunes de la banda de “Los Turcos”, intentaron aprovecharse de “un vecino rico al que sus hijos visitaban en carros muy lujosos”, aunque de seguro al secuestrarlo ya…
Por el camino, se dedicaron a detener a todos los vehículos con los cuales se cruzaron y a quitarles las llaves a sus conductores o a pinchar sus neumáticos para crear un poco de confusión. Las primeras delirantes informaciones que consiguieron los trabajadores decían que lo tenía un grupo de derecha que quería arreglar cuentas con la mafia y que estaban ligados a la asociación “Tradición, Familia, Propiedad – TFP”, también que lo tenía la DEA intentando que el hijo saliera de su guarida, lo que no pasaban de ser infundios.
Por supuesto Escobar que seguía escondido en Nicaragua, se sintió desesperado al conocer la noticia y de inmediato con la ayuda de Roberto, su hermano, montó una estrategia para recuperar a su padre; pronto vio que no era suficiente empeño y con la sospecha que el presidente Daniel Ortega también pensaba en entregarlo a Estados Unidos, decidió mejor regresar a Medellín de inmediato en su avión piloteado por Roberto Striedinger, llegando al aeropuerto Olaya Herrera con el objeto de ponerse al frente del rescate.
Como era un experto en estrategias, fueron varias las formas con las que intentó cazar a los secuestradores; primero divulgaron públicamente que la mayor preocupación es que Escobar padre, de 72 años, sufre una «cardiopatía isquémica-arterioesclerosa»(sic), que le causó un bloqueo completo razón por la cual lleva un marcapasos”; así lo informaron en avisos de primera página los periódicos El Colombiano y El Mundo de Medellín, firmados por su médico Miguel Sepúlveda; de otra parte, en otro aviso publicado por la familia, ofrecieron jugosas gratificaciones a quienes suministren alguna información sobre el paradero del secuestrado…
—————
Abel se separó de su esposa Hermilda Gaviria solo un par de años después del nacimiento de Pablo, lo que llevó al futuro capo de la droga a mudarse a la ciudad de Medellín. Como resultado, Pablo creció sin su padre y se convirtió en el hombre de la casa a una edad muy temprana.
Abel vivía en soledad y trabajaba duro cultivando y cuidando el ganado y las aves de corral. La policía y otros carteles de la droga lo interrogaban con frecuencia sobre el paradero de Pablo. Su vejez les impidió matarlo.
En algún momento a fines de 1993, es visitado por su hijo, ahora un fugitivo debilitado en fuga. A pesar del desprecio por la ocupación de su hijo, Abel acepta con gusto a Pablo y su conductor Limón en la granja, proporcionándoles comida y trabajo. Un día, Abel finalmente golpea a su hijo y lo regaña por ser un criminal violento y asesino. El ex capo de la droga, a cambio, critica a su padre por vivir como un ermitaño, sin tener una sola fotografía de sus hijos o nietos. Pablo luego dice que hizo que el nombre de la familia Escobar fuera tan famoso que incluso el presidente de EE. UU. Lo sabe, y luego se aleja.
Más tarde esa noche, Abel ve a Pablo y Limón alejarse; dejando un montón de dinero, USD 6,000, para él, que simplemente lo pasa y se dirige a la cama.