Escobar: Dos décadas de una guerra sin cuartel

Fecha de publicación 2 de diciembre de 1993
En los últimos veinte años Pablo Escobar Gaviria dejó a su paso una interminable lista de enemigos: desde oficiales de alto rango, capos de la mafia caleña, hasta ex socios de la organización lo buscaban. Los primeros en procura de recapturarlo tras la fuga de La Catedral y los demás, la gran mayoría, para ajustarle cuentas. Esa cadena interminable de hombres que intentaban ubicar Escobar fue creciendo en el último año, cuando el cartel de Medellín puso en marcha la más tanebrosa purga contra la estructura financiera de la organización.

Ocurrió en los primeros días de junio de 1992. La muerte sistemática de los hermanos Moncada y Galeano y la de sus contadores produjo una desbandada de hombres hacia las filas del cartel de Cali, organización que desde 1988 había iniciado una guerra a muerte con el de Medellín.

A principios de este año la respuesta a los ataques narcoterroristas ordenado por Escobar en Bogotá y Medellín, que dejaron centenares de víctimas y millonarias pérdidas materiales, fue el surgimiento de un grupo clandestino llamado Perseguidos por Pablo Escobar (Pepes) .

Los Pepes , liderados por antiguos socios del cartel como Fidel Castaño, iniciaron una serie de ataques sistemáticos contra la organización del cartel.

En el frente oficial, Escobar tenía muchos enemigos: el general (r) Miguel Maza Márquez, blanco en dos ocasiones de atentados terroristas; el general Oscar Eduardo Peláez Carmona, a quien también el cartel intentó asesinar en 1989.

En 1992 Escobar se convirtió en enemigo del coronel Hugo Martínez Poveda, comandante del Bloque de Búsqueda y del también coronel Humberto Bermúdez, sobre quienes se fraguaban acciones criminales.

Enemigos en el Estado En el Estado el capo había cazado guerras desde 1989. Así, por ejemplo, un día después de entregar su puesto como director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), el 7 de septiembre de 1991, el general Miguel Maza Márquez dijo a EL TIEMPO: Escobar quiere matarme .

El sustento de esa afirmación eran las innumerables veces que Escobar intentó asesinar a Maza, un curtido oficial de la Policía que en los últimos dies años se convirtió en el principal blanco del cartel, desde el 30 de marzo de 1989, cuando ocurrió la primera acción terrorista en su contra.

Pero esa vez, Escobar le respondió, en desarrollo de un nuevo capítulo de mensajes que durante los últimos diez años se entrelazaron Maza y el cartel de Medellín, en cabeza de Escobar: El se vive inventando atentados .

Ese fue solo un capítulo más de la guerra que se inició el 30 de mayo de 1989, cuando, por primera vez, José Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano , ordenó un atentado contra Maza en la carrera 7a. con calle 57 de Bogotá, con la instalación de un carrobomba al paso de su vehículo blindado.

Lo que ocurrió después fue una persecución implacable contra Escobar. Maza señaló directamente a Rodríguez Gacha, El Mexicano , y a Escobar de la acción criminal.

El 5 de diciembre de 1989 el cartel de Medellín intentó nuevamente alcanzar al ex oficial, tras un atentado con un bus-carrobomba que estalló en la carrera 27 con calle 19, frente a las instalaciones del DAS, que dejó como saldo la muerte de sesenta personas.

Maza, nuevamente, sindicó a Escobar, como autor del atentado. Para ese entonces, el director de la Dirección de la Policía Judicial de Investigación, hoy general Oscar Eduardo Peláez Carmona, iniciaba una serie de operaciones contra la organización de Escobar.

Corría entonces la más violenta escalada terrorista del cartel de Medellín. En esa guerra fueron innumerables los comunicados de Escobar sindicando a Peláez como el autor de las masacres ocurridas en 1989 en la capital antioqueña.

El cartel cargó un Monza negro con ochenta kilos de dinamita, similar al que se parqueaba al lado del blindado del oficial en la Dijin, para atentar en su contra. La acción se frustró, pero Escobar siguió intentándolo.

Los Moncada En el último año Escobar incrementó su número de enemigos. En los primeros días de junio de 1992 la capital de Antioquia y las localidades de La Estrella e Itagí, se convirtieron en el escenario de un siniestro plan de desapariciones y asesinatos de importantes hombres del cartel de Medellín.

La ola de desapariciones fue dirigida contra los hombres que eran considerados por los servicios de inteligencia del Estado como los gerentes financieros y contabilistas de la organización.

Más allá de las hipótesis iniciales, que señalaban la existencia de una purga en las filas del cartel, lo que en realidad estaba ocurriendo era un enfrentamiento entre capos de la mafia antioqueña por una suma que rebasaba los 15 millones de dólares y que iniciaría el desmoronamiento del cartel.

La tenebrosa historia se inició en esos días cuando los hermanos Fernando y Mario Galeano, Gerardo, Kiko , y William Moncada y los Alvarez Lopera, todos desaparecidos, sostuvieron una reunión en una hacienda de La Estrella con sus contabilistas para denunciar la pérdida del dinero.

Durante la reunión uno de los hermanos Galeano, Fernando, hizo saber la desaparición de 15 millones de dólares, producto de las operaciones de narcotráfico del mes, que se hallaban ocultos en una caleta del barrio San Pío, en Itagí (Antioquia).

Los hermanos Galeano, según las informaciones dadas a las agencias de seguridad por informantes del cartel, señalaron como autor del robo del dinero a un hombre conocido como Tití , quien trabajaba para Pablo Escobar Gaviria.

Seis meses después, tras su captura por parte del Bloque de Búsqueda, Tití sería identificado como John Jairo Posada Valencia.

De acuerdo con versiones de dos de los integrantes del cartel que se hallaban en esa reunión y que posteriormente se salvaron de ser asesinados, los jefes de la organización acordaron terminar con las cuotas que por embarques de droga se le entregaban mensualmente a Escobar en La Catedral. A Escobar hay que tenerlo pobre para que no joda , habría de decir uno de los jefes financieros del cartel.

Fernando Galeano se comprometió a sostener una reunión con Escobar en La Catedral para indagar sobre el dinero hurtado. El 3 de junio acudió en compañía de El Capi , su conductor, para hablar con Escobar y Tití , pero no regresó. Fue torturado y asesinado por Mario Alberto Molina Yepes, Chopo .

Un día después de la reunión Escobar ordenó, por intermedio de Mario Alberto Molina, El Chopo , el secuestro y muerte de todos los agentes financieros. Todos murieron.

Las acciones también fueron dirigidas contra todas las familias, objeto de la persecución. Las agencias de seguridad indican que algunos parientes de las víctimas fueron obligados a entregar firmadas las escrituras de sus propiedades a cambio del respeto de su vida.

Los cadáveres empezaron a aparecer en sectores rurales de Envigado, La Estrella, Itagí y Medellín en automóviles hurtados.

Nacen los Pepes El secuestro y muerte de los agentes financieros del cartel, a mediados de 1992, desencadenó una persecución sin cuartel de los socios de los hermanos Moncada y Galeano que se habían salvado de la purga.

Reiteramos que si Escobar no siente dolor cuando pone en riesgo la vida de niños, ancianos y personas inocentes, nosotros tampoco lo sentiremos en la respuesta que le demos a él, sus colaboradores y amigos .

Quienes emitieron ese comunicado se habían unido al cartel de Cali en busca de apoyo para una guerra que apenas empezaba.

Entonces nació el grupo clandestino Perseguidos por Pablo Escobar, (Pepes) . El grupo anunció acciones dirigidas a aniquilar al capo, sus lugartenientes y sus bienes. El mensaje fue hecho público el 1 de febrero pasado. Esta vez, la guerra no la buscó Escobar.

A partir de ese momento, la agrupación clandestina realizó veinte ataques dinamiteros contra las propiedades e intereses económicos de su familia y otros miembros del cartel de Medellín.

Fue entonces cuando en las afueras de Medellín comenzaron a aparecer cadáveres con letreros en los que los Pepes se adjudicaban el homicidio de Rodrigo Arrieta Polanía, hermano de Alejandro, Boliqueso , el industrial Luis Guillermo Londoño White y a Raúl Zapata Vergara, abogado de Escobar.

A Los Pepes se les atribuye la muerte de Jorge Eliécer García Bedoya, El Gordo , y de Juan Yepes Flórez, John Lada , colaboradores cercanos de Escobar.

Los Pepes destruyeron dos lujosas residencias, una galería de arte, una valiosa colección de 11 autos Rolls Royce, Mercedes Benz y Porsche; la discoteca Cama Suelta, en Envigado; y el edifico Dallas en Medellín. Igualmente, dinamitaron e incendiaron ocho propiedades rurales del capo y su familia en el oriente, sur y suroeste antioqueños, cuyos daños fueron calculados en más de veinte mil millones de pesos.

Además de los atentados contra los intereses económicos del cartel, los Pepes habían asesinado a más de cincuenta hombres cercanos a Escobar y a cinco abogados, entre ellos Guido Parra y Salomón Lozano, que llevaron sus procesos ante la Fiscalía. Otros familiares de los lugartenientes del cartel fueron asesinados.

La presión de los Pepes también obligó a importantes hombres, entre ellos Carlos Alazate Urquijo, Arete , a entregarse sin el consentimiento del capo.

El pasado 29 de noviembre los Pepes anunciaron la reactivación de sus ataques contra Escobar.

Para los investigadores Escobar desestimó la capacidad militar de sus enemigos que aplicaron a su organización la ley del talión…

La mafia caleña Pero la principal de sus guerras la libró Escobar contra el cartel de Cali, organización a la que apuntaron más de cien atentados terroristas contra Drogas La Rebaja y la emisora Grupo Radial Colombiano por parte del cartel de Medellín.

El punto de discordia de ese enfrentamiento, que se desarrollaría durante los ochentas, se originó por la disputa de los mercados de Nueva York que eran controlados por el cartel de Cali.

La guerra se inició en Nueva York. La organización de Medellín intentó entonces sustituir la distribución de cocaína en esa capital a sangre y fuego. Los cadáveres de hombres vinculados al narcotráfico aparecían en las calles, pero se ignoraba la razón de fondo de esta lucha.

El 13 de enero de 1988 la situación tomó otra dirección: a las 5:18 de la madrugada un carro-bomba con veinte kilos de dinamita estalló frente al edificio Mónaco, propiedad de Escobar.

El edificio, situado en el barrio El Poblado de Medellín, fue semidestruido y las pérdidas superaron los mil millones de pesos. Eran las primeros indicios de una nueva era en el terrorismo: el carrobomba.

Seis meses después, Escobar denunció que el cartel de Cali lo buscaba para matarlo. A los pocos días, en junio 9 de 1989, agentes de la Oficina de Control de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego y de la Aduana de Estados Unidos descubrieron un plan que tenía por objeto su muerte.

En la operación fue confiscado un arsenal compuesto por ametralladoras, explosivos plásticos y un avión de aeromodelismo. Este último, según Patrick O. Brien, agente especial al servicio de Aduanas de la Florida, haría explosión a control remoto mientras sobrevolaba a la víctima: Escobar.

El cartel de Cali no desistió en lograr su deseo de matar a Escobar y durante 1989 contrató un grupo de mercenarios ingleses preparados para llevar a cabo su objetivo. La historia, con visos cinematográficos, la dio a conocer un diario londinense el 14 de agosto de 1989, y algunos de sus episodios fueron ratificados por las autoridades colombianas.

El 21 de mayo de 1989 se difundió la noticia de que un helicóptero que sobrevolaba la Sierra Nevada de Gicán con cinco personas a bordo había caído al río Casanare. Escobar estaría herido.

La nave tenía la matrícula HK 3205 y correspondía a un avión C-46 Curtis fabricado en 1942 que, según la Aeronáutica Civil, estaba en reparación en los hangares del aeropuerto Eldorado.

El hecho se conoció porque un radioaficionado de Cali escuchó las palabras de ayuda de uno de los presuntos ocupantes del helicóptero y de inmediato informó a la torre de control del terminal aéreo Alfonso Bonilla Aragón.

Según el mensaje, las heridas de los pasajeros eran abiertas y Escobar estaba entre ellos. Además, personas no identificadas trataban de comunicarse con los sobrevivientes con palabras como ratón, ratón… conteste, qué les pasó?, cómo está papá? .

Posteriormente se estableció que se trataba de un complot del cartel para asesinar a Escobar.

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Fecha de publicación 2 de diciembre de 1993
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Originalmente publicado en5 agosto, 2020 @ 8:06 am