La historia del agente encubierto que hundió al séptimo mayor banco del mundo

El  ex  agente,  quien  este  jueves  expondrá  en  un  seminario  de
Generación   Empresarial,   dice   que   Chile   es   utilizado   como
base  de  transporte  al  exterior  de  cocaína,  desde  otros  países
sudamericanos.  
Eduardo Olivares C. La vida en Tampa, Florida, es tranquila, con
sol casi todo el año. Y para alguien que ha jugado con la muerte
en operaciones secretas de alto peligro, ese lugar es el retiro ideal.
Allí  vive  Robert  Mazur  (61),  un  ex  agente  de  los  servicios  de
inteligencia  antinarcóticos  de  Estados  Unidos,  como  la  DEA,
quien  hace  dos  décadas  desbarató  la  red  criminal  del  entonces
séptimo banco del mundo y desplomó el soporte financiero del
Cartel de Medellín.

«Acabo  de  terminar  una  serie  de  entrevistas  con  algunas  radios
aquí»,   dice   por   teléfono   desde   su   despacho   en   Chase   and
Associates, la firma que preside y se dedica a la investigación
forense de delitos criminales y civiles.

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Está en plena promoción de su libro, The Infiltrator, subtitulado
como  «Mi  vida  secreta  en  los  sucios  bancos  tras  el  Cartel  de
Medellín  de  Pablo  Escobar»,  que  ya  tiene  un  acuerdo  para
convertirse  en  película  con  el  director  Brad  Furman  («Culpable
o  inocente»).  El  jueves  estará  en  Chile,  en  un  seminario  sobre
ética en los negocios organizado por Generación Empresarial, en
CasaPiedra.

La caída del banco
A fines de los 80, el Banco Internacional de Comercio y Crédito
(BCCI) gozaba de prestigio global. Pero buena parte de su solidez
financiera se sostenía sobre un entramado de negocios ilegales que
usaban a la institución para lavar dinero. Durante cinco años, en
una operación secreta bautizada como C-Chase, Mazur investigó
y  se  infiltró  caracterizándose  como  un  multimillonario,  Bob
Musella, que deseaba lavar dólares. El ex agente cuenta que gracias
a que dos mafiosos de Nueva York dijeron conocerlo, tuvo un
acceso  rápido  al  mundo  criminal.  Gastaba  millones  en  hoteles  y
jets privados. «Vivía con muchos lujos, pero nunca les costó nada
a los contribuyentes. Los costos se cargan a los bienes de los ‘tipos
malos'», dice.
Con ese estilo de vida pudo contactar a numerosos personajes que
le  abrieron  la  ruta  a  la  red  del  lavado  de  dinero,  la  misma  que
le  permitía  a  Pablo  Escobar  licuar  sus  ganancias  provenientes
del narcotráfico. Cuando ya había recopilado suficiente eviden

cia, aún faltaba un detalle: cómo arrestar a los cabecillas si éstos
estaban  repartidos  por  todo  el  mundo.  Allí  Mazur  dio  su  golpe
de gracia: los invitó a todos a su boda ficticia en Florida. 39
personas, entre políticos, militares y jeques, llegaron cautivados
por  la  personalidad  del  supuesto  millonario,  pero  lo  que  les
esperó fue la cárcel en el mayor golpe al narcotráfico de que se
tuviera memoria.

El  caso  aparece  con  detalles  en  su  libro,  cuya  traducción  al
español estuvo lista en la imprenta en una editorial colombiana.
Sospechosamente, dice, nunca salió a tiraje, y hoy está en busca
de  otra  editorial.  Mazur  continuó  sus  operaciones  encubiertas
años después, desbaratando redes financistas del cartel de Cali
y en Costa Rica.

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El costo familiar
«Estoy  casado  con  la  misma  mujer  de  quien  me  enamoré  en  la
secundaria», cuenta Mazur con cierto júbilo. Pero que aún estén
juntos  requirió  de  un  trabajo  enorme.  «Cuando  estás  lejos,  la
familia  se  ajusta  a  vivir  sin  ti.  Y  cuando  vuelves,  piensas  que
todo sigue igual y te pones los zapatos de papá, pero resulta que
mamá ya había asumido ese papel», recuerda.
A  veces  desaparecía  por  un  par  de  meses,  y  cuando  llegaba  a
su  casa  debía  seguir  conectado  por  teléfono  con  los  criminales
mientras al otro lado de la habitación jugaban sus hijos. «Con ese
trabajo, no hay manera de que no puedas poner en riesgo incluso
la  relación  más  fuerte.  Mis  niños  ni  han  pensado  en  seguir  mi
carrera, debido a los problemas que vieron en su familia», dice
ahora.

El estadounidense Robert Mazur logró desbaratar la red
financiera que usaba el cartel de Medellín:
La historia del agente encubierto
que hundió al séptimo mayor
banco del mundo

Quién es.-
Por seguridad, el verdadero rostro del
ex agente federal antinarcóticos Robert Mazur no
puede ser mostrado. Le han ofrecido volver a
trabajar en operaciones de inteligencia, pero él
dice que su tiempo «ya pasó».
«Hay  muchas  otras  personas  que  tienen  negocios  por  el  mundo
y  pasan  tiempo  afuera,  pero  la  diferencia  es  que  nunca  dejan  de
ser  ellos  mismos.  Cuando  eres  un  agente  encubierto,  tienes  que
mantener  funcionando  dos  cerebros  al  mismo  tiempo.  Nunca
olvidas  quién  eres  y  por  qué  estás  ahí,  pero  tampoco  puedes
permitirte sacar a flote tu verdadero modo de hablar, tus gestos
genuinos, tu vida real», cuenta.

-¿Volvería a trabajar?
Estuve   en   Washington   hace   poco,   para   ver   un   caso   muy
interesante. Ya no puedo recibir información clasificada, pero tuve
una reunión con unas personas que fue muy informativa, porque
obtuve  datos  valiosos  sobre  las  operaciones  del  cartel  de  Cali
en  África  y  Medio  Oriente.  En  medio  de  eso,  me  contaron  que
intentaban hacer una buena operación de inteligencia, y al final
me  pidieron  si  consideraría  hacerlo  de  nuevo.  Les  dije:  ‘Creo
que  mi  tiempo  ya  pasó.  Mi  familia  ya  pagó  un  precio  muy  alto
y  mi  lugar  ahora  está  con  ellos.  Gracias,  pero  no,  gracias’.  Creo
que  podría  aún  ser  efectivo,  pero  pienso  que  es  tiempo  de  otras
generaciones».

A FINES DE LOS 80 se infiltró en la compleja red de lavado
de  dinero  que  involucró  al  Banco  Internacional  de  Comercio  y
Crédito (BCCI).
Tres  veces  cerca  de  la  muerteEste  ex  agente  encwubierto  dice
que ha estado tres veces con miedo a morir en las operaciones en
que estuvo. En una ocasión, mientras intentaba infiltrarse en el
cartel de la ciudad de Cali, sintió que en el círculo donde estaba
sospecharon  de  él.  Sintió  miedo  cuando,  pese  a  que  debía
marcharse, insistentemente le pedían que se quedara. Finalmente
se zafó.

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En una segunda oportunidad, estaba en el lobby de un hotel con un
narco colombiano cuando escuchó a sus espaldas. «Hola, Bob». Se
dio vuelta y vio al contador de una red criminal que Mazur había
desbaratado años antes. Por suerte, siempre sus alias eran «Bob»,
aunque  con  distinto  apellido.  «Oh,  es  un  viejo  amigo  el  que  me
saluda»,  le  dijo  Mazur  a  su  acompañante  colombiano  mientras
caminaba hacia el contador, a quien abrazó y susurró al oído que
estaba en medio de una operación. «Lo solté. Me corría el sudor
por la espalda esperando ver qué podría decir, y afortunadamente
me siguió el juego y se puso a hablar de los casinos. Nos juntamos
al día siguiente en el desayuno y le agradecí su ayuda».

Hubo   una   tercera   oportunidad.   Habitualmente   cuando   hay
reuniones para recibir dinero, las agencias siguen a los agentes
encubiertos con personal de seguridad de apoyo. «Pero los tipos
malos  no  son  estúpidos,  y  tienen  sus  propios  equipos  de
contravigilancia», dice. En una de las operaciones más peligrosas,
su contraparte recibió un llamado telefónico en que le advertían
que  afuera  había  agentes  federales.  Esa  pura  sospecha  pudo
delatarlo, pero se las arregló para salir ileso.

¿Peligro   en   Chile?Los   datos   que   posee   Mazur   desde   los
círculos  de  la  DEA  dicen  que  Chile  es  utilizado  como  base
de   transporte   al   exterior   de   cocaína,   desde   otros   países
sudamericanos. Además, comenta que la probabilidad de enviar
dinero  desde  Chile  al  exterior  del  lavado  de  dinero  siempre  es
alta, sobre todo si se utilizan casas de cambio. «No es inusual
sacar  el  cash  desde  México  o  Guatemala,  pero  un  país  donde
he  visto  que  ha  aumentado  es  en  Perú.  Los  couriers  pueden
registrarse como casas de cambio y llevarlo de vuelta a Estados
Unidos.  No  creo  que  por  los  niveles  de  negocio  en  Chile
puedan embarcarse volúmenes de billetes muy grandes, pero la
capacidad   de   las   casas   de   cambio   sí   pueden   presentar
problemas», comenta.

La avaricia, la causa del narcotráfico»La mayor causa de cómo
una  persona  cae  en  esto  es,  desafortunadamente,  la  avaricia.
Pero si uno lo ve desde el otro extremo, en el caso de las drogas,
hay  muchísimos  negocios  y  bancos  legítimos  que  nunca  se
involucran en obtener depósitos e inversiones de individuos de
quienes se sospecha están en el lavado de dinero», plantea Robert
Mazur.

«Hoy los riesgos son más altos que cuando cayó el BCCI, debido
a  la  globalización.  La  resistencia  entonces  era  más  fuerte  que
ahora», agrega.
El caso más reciente que comenta es el de Wachovia Bank, que
el  año  pasado  se  declaró  culpable  por  estar  involucrado  en  el
lavado  de  US$  14  mil  millones  provenientes  en  efectivo  desde
México. «Cuando yo estaba metido en este tema, veíamos que a
veces  en  las  ciudades  de  Estados  Unidos  se  recogían  hasta  dos
millones  de  dólares  a  un  mismo  tiempo  para  lavado  de  dinero,
en cajas, equipajes, que suelen moverse en billetes de cinco, 10
y 20 dólares. Asumiendo que se recogieron US$ 14 mil millones
y en billetes de 20 (aunque en mi experiencia suelen ser de
denominaciones más bajas), hablamos de 725 toneladas. Eso no
es lógico, ni se necesitan abogados para probar de dónde proviene
ese dinero», afirma por el caso Wachovia.

«Me avergüenza decir que debido al apetito insaciable de drogas
ilegales en mi país, de los US$ 400 mil millones del mundo en
lavado  de  dinero,  US$  65  mil  millones  se  venden  en  Estados
Unidos», comenta.

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