Pablo Escobar cae por primera vez Medellín 11.06.76

Juan Fernando Ramírez Arango
Cocaína

Ese mismo 11 de junio de 1976, una importante noticia pasaría sin pena ni gloria por la prensa colombiana, eclipsada, obviamente, por la destrucción con bombas incendiarias del Teatro Colón de Medellín a manos de un grupo de extremistas no identificado que intentaría hacer lo mismo sin éxito en los teatros Junín, Sinfonía y Guadalupe.

La importante noticia que pasaría inadvertida, sería titulada por El Tiempo, El Espectador y El Colombiano, así: “Cae cocaína”, “Caen 39 libras de cocaína” y “Cayó cocaína en Itagüí por 23 millones; 6 detenidos” respectivamente.

La operación antinarcóticos que desembocaría en esos titulares, y que sería la más grande hecha en Antioquia ese año, había sido encabezada por el referido mayor en retiro Carlos Gustavo Monroy Arenas, a la sazón jefe del DAS en ese departamento, quien, un mes antes, había recibido la siguiente información: “Desde el sur del país se están introduciendo grandes cantidades de cocaína en Medellín, que luego son despachadas al extranjero”.


Información que daría lugar a una operación especial que iniciaría el 28 de mayo: Monroy Arenas enviaría a varios de sus efectivos al departamento de Nariño con el fin de detectar el recibo y el desplazamiento de la cocaína: “El plan permitió establecer que el alcaloide fue entregado en la localidad de Ipiales y su destino era Medellín, donde las tradicionales ‘mulas’ debían entregar el valioso cargamento a los jefes de la organización”.

Entre el recibo, el desplazamiento y la entrega de la cocaína, pasarían doce días, hasta que, el 9 de junio de 1976, a las 7:30 a. m., en la heladería La Playa, sita en la carrera 51 #84A–22, de Itagüí, serían capturados seis individuos por dos agentes encubiertos del DAS. Se trataba de Marco Alonso Hurtado Jaramillo, natural de Abejorral, de 27 años de edad; Mario Henao Vallejo, de Samaná, Caldas, de 24 años; Hernán de Jesús García Bolívar, de Puerto Berrío, de 37 años; James Maya Espinoza, de Dovio, Valle del Cauca, de 36 años; Gustavo de Jesús Gaviria Rivero, de Pereira, 27 años, y su primo Pablo Emilio Escobar Gaviria, oriundo de Rionegro, también de 27 años, a quien, curiosamente, en la foto de identificación El Tiempo le pondría el nombre de su primo y viceversa. Sí, Pablo Emilio Escobar Gaviria, en una de sus pocas fotos conocidas sin su icónico bigote, ya que se lo dejaría crecer a partir de 1978.

A esos seis sospechosos se les retendrían tres vehículos: un Nissan Patrol modelo 74, amarillo y negro, de placas LK 7861, un Renault 6, rojo cereza, de placas LX 0037, y un camión modelo 54 afiliado a Transportes Sierra, de placas TK 0322. Al interior de una llanta de repuesto de este último, distribuidas en dieciocho bolsitas de polietileno, serían encontradas las 39 libras de cocaína, avaluadas en veintitrés millones por El Colombiano, y en veinte por El Tiempo.

Además, también les encontrarían varios cheques de diferentes denominaciones y dinero en efectivo: cinco mil dólares y cincuenta mil pesos colombianos: “Los traficantes capturados, los automotores, el dinero y la cocaína decomisada fueron puestos ayer a disposición de la Cuarta Brigada.

Esta guarnición será la encargada de perfeccionar la investigación y de adelantar los procesos que juzgue convenientes, conforme a las disposiciones que regulan este tipo de delito durante el estado de sitio”.

Según el libro La parábola de Pablo, cuando el capo en ciernes fue sorprendido por los agentes encubiertos del DAS en la heladería La Playa, este les escupiría una de sus frases mafiosas: “Todo en la vida tiene solución”. Frase que usaba como muletilla antes de ofrecer algún soborno: “Les doy cinco mil dólares como anticipo de una cifra más gorda, y todo queda en orden”. Intento de soborno que sería rechazado y que se le sumaría al delito de tráfico de drogas ilícitas. Caído el estado de sitio, Pablo sería trasladado de la Cuarta Brigada a la Cárcel del Distrito Judicial de Medellín, donde le tomarían aquella famosa foto en la que sale muy sonriente, sonrisa desafiante por encima del número de reseña carcelario 128482.

La leyenda urbana dice que, a los pocos días, Pablo se fugaría de esa cárcel, pero, por consejo de doña Hermilda, su madre, volvería como Pedro por su casa horas después sin ser observada su ausencia tras las rejas. Sea como fuere, lo cierto es que Pablo saldría libre con la siguiente estrategia judicial: “Logró, sin que la decisión fuera aprobada por la Corte Suprema de Justicia, no sé sabe con qué artimañas, que el proceso pasara a un tribunal de Ipiales, argumentando que la mercancía había sido comprada allá. Pablo contrató como su abogado a un hermano del propio juez, para inhabilitarlo, ya que había rechazado todas las ofertas de soborno. El nuevo juez accedió, a cambio de dinero, a dejarlo libre a los pocos meses”.


El Espectador, 11 de junio de 1976. Archivo Universidad de Antioquia.

Posdata 1: Esa importante noticia que pasó inadvertida, sería revivida seis años después, cuando, el 24 de agosto de 1983, una fuente anónima le avisó al editor judicial de El Espectador que, en 1976, ese periódico había publicado una nota vinculando a Pablo Escobar con el tráfico de drogas.

Ese mismo 24 de agosto de 1983 se realizaría la famosísima plenaria de la Cámara de Representantes en donde se debatiría el tema de los llamados dineros calientes, dineros del narcotráfico financiando campañas políticas, y en donde se verían por primera y única vez las caras Rodrigo Lara Bonilla, ministro de justicia, y Pablo Escobar, representante a la cámara.

Mientras se desarrollaba esa famosísima plenaria, Guillermo Cano, director de El Espectador, siguiendo a la fuente de su editor judicial, encontraría la noticia que había pasado inadvertida durante más de seis años. Dos días después, el 26 de agosto de 1983, El Espectador la reproduciría bajo un nuevo titular: “En 1976 Pablo Escobar estuvo preso por drogas”. Nuevo titular que el capo di tutti capi taparía con un dedo, al menos en Medellín, al comprar todos los ejemplares de El Espectador que se distribuirían en esa ciudad ese último viernes de agosto de 1983.

Posdata 2: Dos meses después, se dictaría la primera orden de captura contra Pablo Escobar por el asesinato de los dos agentes encubiertos del DAS que lo habían pescado aquel 9 de junio de 1976, y por el de Carlos Gustavo Monroy Arenas, a la sazón director del DAS seccional Antioquia. Una semana más tarde, el 26 de octubre de 1983, la Cámara de Representantes le levantaría la inmunidad parlamentaria. Comenzaría, pues, la guerra total.

Posdata 3: En medio de esa guerra total, tres años después de haber reproducido la noticia que había pasado inadvertida, y diez después de haberla publicado originalmente, el 17 de diciembre de 1986, Guillermo Cano sería asesinado por sicarios del cartel de Medellín frente a la sede de El Espectador

Originalmente publicado en29 agosto, 2020 @ 9:57 am