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Estas son las 10 escalofriantes historias de quienes se convirtieron en los “padrinos” de la droga

El recién capturado «El Chapo» Guzmán encabezaba la lista de los mayores narcotraficantes de la historia de toda la humanidad. Pero no es el único. Esta es la increíble historia criminal de los otros nueve delincuentes que integran la nómina.
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Esta ‘viuda negra’ cruel y vengativa

RAYMUNDO ZAMARRIPA/AGENCIA REFORMA / Mar, 03/04/2014 – 20:59
MONTERREY, NL.- Como si hubiera estado escrito, el estreno en Estados Unidos de la teleserie La Viuda Negra, protagonizada por Ana Serradilla, coincidió (y con diferencia de horas) con la detención del narco mexicano más buscado: Joaquín «El Chapo» Guzmán. (más…)

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Ningún capo supera a Pablo Escobar como el criminal más rico de la historia

voces.huffingtonpost.com
El exlíder del cártel de Medellín aparece de primero en un ranking publicado recientemente por varios medios de comunicación mundial.
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Virginia Vallejo: «Pablo Escobar era un pésimo amante»

www.infobae.com/ Lo afirmó la periodista colombiana Virginia Vallejo, quien vivió un romance de 5 años con el capo narco. Y criticó la serie «El patrón del mal»: «Me presentaron como una prostituta barata para tapar los crímenes de los ‘narcopresidentes'» (más…)

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Pablo Escobar Tenía astucia y unos huevos de plomo

ElMundo.es / Por EDUARDO SUÁREZ Actualizado: 13/04/2014
‘ Jota Cardona recibe a ‘Crónica’ en un lujoso apartamento de.  Sus documentos lo identifican como Javier C. Ramírez pero aún se presenta como Jota Cardona: (más…)

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Entrevista en BOCAS: Alias ‘Popeye’

Entrevista de la edición 16 de BOCAS con John Jairo Velásquez Vásquez, ‘Popeye’, desde la cárcel.

Por: DANIEL VIVAS BARANDICA | 11:53 p.m. | 22 de agosto de 2014
Dice que no tiene miedo de ser asesinado, y que afuera sus únicos enemigos son los hermanos Ochoa.
jhon jairo velazquez alias popeye
Dice que no tiene miedo de ser asesinado, y que afuera sus únicos enemigos son los hermanos Ochoa.
Entrevista publicada en febrero de 2013 en la edición 16 de BOCAS.

Popeye –uno de los asesinos más cercanos a Pablo Escobar– dice que mató a más de 250 personas y que participó en la muerte de otras 3.000; no siente remordimientos, pero alega que ya cumplió con la justicia y espera salir libre este año después de 22 años en la cárcel. No tiene miedo de ser asesinado, dice que afuera sus únicos enemigos son los hermanos Ochoa, que no quiere volver a matar y que su gran sueño es una película con la verdadera historia del Cartel de Medellín.

Por Daniel Vivas Barandica / Fotos Sebastián Jaramillo

El pabellón de recepciones de la Cárcel de Máxima Seguridad de Combita, en Tunja, es un patio pequeño, de concreto gris, compuesto por 20 celdas y un solar enrejado, por el que han pasado los mayores criminales del país pedidos en extradición por EE. UU. En este lugar está detenido, desde hace cerca de ocho años y exiliado de población carcelaria por su seguridad, John Jairo Velásquez Vásquez, “Popeye”. Fue uno de los hombres más sanguinarios del Cartel de Medellín y lugarteniente de Pablo Escobar.

Popeye está vestido con un jean Levi’s azul oscuro, lleva una cachucha que alguna vez fue roja, un buzo escarlata y unos Crocs negros. Me saluda efusivamente. Se nota que le gusta que lo entrevisten. Se quita la cachucha, me muestra su cabeza y dice que ya dejó de contarse las canas. Nos sentamos en una mesa donde reposa un tablero de ajedrez. Me confiesa que no sabe jugar y que las fichas son de su único compañero, “Sebastián” [Erickson Vargas Cardona, el máximo cabecilla de la “Oficina de Envigado”]. Sebastián me mira de reojo y se mete en su celda. Popeye me dice que no sabe nada de su compañero y luego me recalca que estamos para hablar de él.

Y empieza por su prontuario: asesinó a 250 personas, bajo sus operaciones murieron cerca de 3.000 colombianos, entre ellos excandidatos presidenciales, altos mandos de la policía, periodistas, magistrados y civiles. “Yo estoy condenado por todos los delitos del Cartel de Medellín, por la muerte de Luis Carlos Galán, el atentado del avión de Avianca, las bombas en Cali, Bogotá y Medellín, por todas las muertes que ocasionamos”. Con cierto orgullo me muestra dos impactos de bala que no pudieron acabar con su vida. Uno entró y salió por un costado de su brazo. El otro por su pecho, le rozó el corazón y salió por la espalda. El policía que hizo el último disparo murió segundos después, “reaccioné rápido y lo maté”.

Tras casi 22 años de estar recluido alega que ya ha sido suficiente. Aunque dice no sentir remordimiento por las víctimas, pide perdón y reconoce que actuó cegado por el dinero, la codicia y su devoción por Pablo Emilio Escobar Gaviria, a quien no deja de admirar y del que dice “era un ser de otro planeta”. Hoy solo quiere reintegrarse a la sociedad –entre julio y septiembre de este año sale libre–, y recalca que ya es hombre de paz. Que a pesar de que todavía haya gente que lo quiere matar, no volverá a tomar un arma para acabar con la vida de otro ser humano.

¿Es verdad que este año sale libre? ¿Qué piensa hacer?

Sí. Entre julio y septiembre. Una cosa es cuando uno está aquí adentro y otra cuando ya toca el pavimento. He pensado en irme del país, pero las cosas cambian con el tiempo, hay que esperar lo que suceda en la calle. Tengo perspectivas sencillas. Ahora quiero disfrutar de las cosas pequeñas de la vida. Tengo claro que no vuelvo a recibir un contrato para matar a alguien.

¿Cómo son sus días en la cárcel?

Me levanto a las seis de la mañana, organizo mi celdita, hago una oración, pongo a calentar el café, me pego una duchita con agüita bien fría. Me preparo el desayuno y oigo noticias en la radio o me pongo a ver el noticiero. Puedo ver televisión de seis de la mañana a seis de la tarde. Entran los canales nacionales. Tengo un teléfono directo instalado en un costado del pabellón. Según el día, llamo a mis abogados para saber cómo va mi proceso con el juez de ejecución de penas. También hablo con mi hijo y con los pocos amigos que me quedan. Después me pongo a escribir. Aquí el enemigo más grande es la monotonía.

¿Quién lo visita regularmente?

Mis abogados, periodistas, muchos periodistas. Desde hace cinco años no tengo visitas de familiares o amigos cercanos. Tampoco conyugal. Tengo derecho a una visita íntima cada mes, pero no me gustan las prostitutas. Me cuido mucho, le tengo miedo al sida. Tampoco tengo novias porque “en este paseo” todo es más difícil. Acá me conseguí una novia, abogada, nos enamoramos, pero al primer escándalo salió corriendo. Me la levanté a punta de carreta. Yo soy bien tierno, me enamoro fácil. Más de uno cree que porque fui bandido y asesino no soy respetuoso con las mujeres.

¿Cómo es la relación con los guardias?

Como todo en la vida. Si los respeto, ellos me respetan. Con ellos no hay mucha ternura [risas]. Son gente buena, hemos tenido problemas, una vez me golpearon, pero descubrí una herramienta más poderosa que las ametralladoras: la justicia. Si uno tiene un problema, recurre a la Procuraduría y allá se lo solucionan. Yo era muy agresivo, pero aprendí a respetar.

¿Ya vio la serie de Escobar el patrón del mal?

Sí, apenas la estoy empezando. Me la mandaron hace poco, la estoy viendo en dvd piratas. Me gustó mucho, porque Andrés Parra hace un personaje inigualable. Yo creo que ni en Hollywood pueden conseguir un actor como este para hacer de Pablo. La voz es igual, la actitud. Me gustó también el personaje de Carlos Mariño, el que hizo de “Popeye”, o como le ponen allí: “El Marino”. Fue bonito verme interpretado, porque aborda el personaje con mucho respeto. Me impactó que actuaba muy parecido a mí. Se le arrimaba al patrón igual que yo: con respeto.

¿Quiere llevar su vida al cine?

Con Hollywood estamos tratando. Astrid Legarda Martínez, la experiodista de RCN que escribió conmigo el libro El verdadero Pablo: Sangre, traición y muerte, está en Estados Unidos haciendo contactos, hablando con personas que se han mostrado interesadas en un proyecto cinematográfico. Por el libro ella tuvo que salir exiliada del país. Yo quiero que hagan una película bien hecha, con los nombres reales. Hace un tiempo me contactó la gente que hizo Paraíso Travel, pero ofrecieron muy poquito y no pudimos llegar a un acuerdo.

¿Dónde nació?

Nací en Yarumal, Antioquia, un pueblito a dos horas de Medellín. Un lugar de tierra fría, conservador. Tuve una niñez un poco limitada, porque el lugar es montañoso. Allá no se juega al fútbol, no se monta en bicicleta, no se hace nada. Luego, por el trabajo de mi papá, nos trasladamos a Itagüí. Allí empecé a ver el mundo. Conocí gente y tuve mi primer acercamiento con la violencia, con la crudeza de una zona industrial. Años después nos fuimos a un barrio de clase media-alta de Medellín. Allí me vinculé al mundo del narcotráfico.

¿Qué quería ser cuando era niño?

Oficial de la policía. Luego quería ser marino. Me gustaban mucho las armas. Yo quería el mundo de las armas con la constitución, con las Fuerzas Militares. No se dio y me tocó llegar a ellas por la ilegalidad.

¿Pero intentó al menos cumplir su sueño?

Sí. Cuando estaba en cuarto de bachillerato dejé de estudiar e ingresé en la Escuela de Suboficiales de la Armada en Barranquilla. Me aburrí. Yo soñaba con majestuosos navíos, pero no había nada de eso. Solos unos barcos de madera decomisados a marimberos. Me retiré y me devolví a Medellín a terminar el colegio. Luego me fui para Bogotá e ingresé a la Escuela de Oficiales de la Policía Nacional General Santander, pero también me desencanté. Solo estuve seis meses. Regresé a la ciudad y me reencontré con Pinina, un amigo del barrio.

Hábleme de Pinina…

“Pinina”, John Jairo Arias Tascón, era un hombre por ahí de 1,64 metros de estatura, inteligente, muy bien presentado, tenía una cara perfecta, el pelo largo, por eso le decían Pinina, por su parecido a la actriz argentina Andrea del Boca, que interpretaba ese papel. Nos conocimos en el barrio. Él era el hombre que tenía Pablo Emilio Escobar Gaviria para que lo reemplazara en el Cartel de Medellín y protegiera a su familia en caso de que lo mataran. Pinina murió por el Bloque de Búsqueda en 1990. Yo estaba con él ese día. Me fui a recoger un dinero y cuando él entró a su apartamento a esperarme, le cayeron.

¿Cómo fue su primer acercamiento con Pablo Escobar?

Cuando me reencontré con Pinina yo ya sabía que él pertenecía a los hombres de Pablo Escobar. Luego comencé a trabajar con un ingeniero, un señor que le decían Nandito, amigo de Gustavo Gaviria, primo del patrón. A Nandito le tocó a arreglar un toro mecánico de la hacienda Nápoles. Allí fui testigo, por primera vez de la vida que yo podía llegar a tener. Un año después un conocido me puso a trabajar de conductor y escolta de una niña del barrio El Poblado, Elsy Sofía. Empecé a trabajar con ella y resultó siendo novia de Pablo Escobar.

¿A qué edad comenzó a trabajar para el Cartel de Medellín?

Desde muy joven. A los 18 años empecé a recibir “contratos” (asesinatos) por parte de esta organización. Comencé a operar al lado de Pinina, él me enseñó a trabajar. Después me dejaron “caminar” solo. A tirar operativos tan grandes como el secuestro del señor Andrés Pastrana. A ser la cabeza de acciones como el secuestro y posterior asesinato del procurador Carlos Mauro Hoyos. A dirigir los asesinatos de personajes de la justicia de este país. A callar a más de un periodista.

¿Qué escribe?

Muchas cosas. Acabé de terminar mi segundo libro. Lo vamos a presentar en la Feria del Libro de Bogotá en abril. Relata los casi 22 años que llevo preso. Escribí todas mis vivencias. Me han pasado cosas muy charras como encontrarme con mis grandes enemigos, los hermanos Rodríguez Orejuela y “Don Berna”. Mi celda es la 17, a él lo recluyeron en la 18, nos comportamos como si nada hubiera pasado. Por acá también estuvieron “Macaco” y “Rasguño”. Más adelante me gustaría escribir una novela a cuatro manos, con un escritor bien ranqueado. No soy un buen escritor, pero soy buen relator.

¿Por qué se convirtió Don Berna en uno de sus grandes enemigos?

Don Berna era chofer de los narcotraficantes Fernando y Mario Galeano. Un simple escolta de ellos. Ni siquiera llegó a conocer personalmente al patrón. Cuando matamos en la cárcel la Catedral a Fernando “el Negro” Galeano, Don Berna se fue para donde los hermanos Castaño a contarles lo que habíamos hecho. Desde la cárcel ordenamos atentados contra él porque nos dimos cuenta de que estaba planeando vengarse por la muerte de sus patrones. Pero se nos voló a Cali con Rafael Galeano, otro de los hermanos que aún seguía con vida. Allá, con el aval de los Castaño, se alió con los hermanos Rodríguez Orejuela y cogió mucho poder dentro del grupo de “Los Pepes” [Perseguidos por Pablo Escobar].

¿Por qué Pablo Escobar comenzó a ejecutar a sus socios?

El patrón era socio de los hermanos Galeano y los hermanos Moncada Cuartas. Antes de entregarnos a la justicia hicimos un acuerdo con ellos, donde se convino que a Pablo Escobar, por ser el jefe, se le iba a mantener económicamente durante su estancia en la Catedral mientras se reactivaba el narcotráfico. Es que llegamos allá ilíquidos. Se pactó que todos los demás narcos siguieran traqueteando, pero debían mandarnos mensualmente quinientos mil dólares. La plata llegó durante los primeros diez meses. Al undecimo mes solo mandaron 50 millones de pesos. El patrón devolvió ese dinero diciéndoles que no les estaba pidiendo limosna. Los hermanos Moncada y Galeano respondieron que no tenían ni un peso, pero el patrón sabía que ellos eran muy ricos. Dio la casualidad que ese mes, un trabajador del “Chopo” encontró 23 millones de dólares en una caleta en el barrio San Pío de Itagüí. De una nos reportó ese dinero y lo tomamos. Fernando Galeano y uno de los Moncada –Gerardo “Kiko”– se dieron cuenta de que un muchacho de nosotros tenía la plata y subieron a la Catedral para hablar con el patrón. No se imaginaban lo que les esperaba.

¿Cómo fue la muerte de estos dos narcotraficantes?

Los hicimos entrar a la cárcel la Catedral, porque afuera era más difícil matarlos. Si mandábamos a uno de los hombres a secuestrarlos, nos lo podían “voltear” –sobornar– con cien millones para que los liberaran. Por eso el Patrón dio la orden de amarrarlos, torturarlos y darles sus tiros de gracia. Como sacar los cuerpos en un camión era un problema a causa de los anillos del Ejército que custodiaban la cárcel, el Patrón tomó la decisión de descuartizarlos y quemarlos. Les dijimos al Ejército y al director del penal que íbamos a hacer una fogata durante la noche. Para que no se sintiera el olor de los cuerpos quemándose –y por si al Ejército le daba por inspeccionar–, al lado de la fogata hicimos un asado. El olor de la carne asada se camufló con el de los cadáveres rostizados. Ambos olores son parecidos. Pero “cremar” a una persona en esas condiciones es muy difícil, y eso que duramos toda la noche volteando los restos en la fogata. Lo que quedó lo desmenuzamos con un martillo y lo deshicimos en ácido. Eso de que encontraron huesos en la Catedral es mentira.

¿A qué otras personas mataron en la Catedral?

Se habla de cientos de muertos, pero la verdad es que no matamos a nadie más. Sí se ordenaron muchos asesinatos. Cuando llegamos a la Catedral teníamos una pelea muy brava. Guerra con los paramilitares, guerra con el Cartel de Cali, y guerra con la Policía. El patrón mandó a ejecutar a Henry de Jesús Pérez [jefe de las autodefensas del Magdalena Medio, asesinado en 1991 en Puerto Boyacá]. El otro Galeano –Mario– y el otro hermano Moncada –William– fueron asesinados por los demás muchachos del grupo grande que se quedó afuera. El patrón mató a sus socios porque ya sabía que ellos tenían acuerdos con el Cartel de Cali.

¿Cómo era la rutina en la Catedral?

Eso allá era una parodia de cárcel. La guardia municipal eran bandidos disfrazados de guardianes del Inpec. Y la guardia que sí era del Inpec, a nivel nacional, estaba en la parte externa. No teníamos contacto con ella. El último anillo de seguridad era el del Ejército. Pero ellos también se hacían los de la vista gorda. Quien realmente tenía el control de la seguridad del lugar era el patrón. Esa cárcel se ganó en una guerra. Por eso dejaron que tuviéramos condiciones especiales.

¿Cómo fue la relación del Cartel de Medellín con el de Cali?

En un principio los hermanos Rodríguez Orejuela eran amiguísimos de nosotros. Estuvieron muchas veces presentes en las reuniones que se hacían en la hacienda Nápoles. Incluso, cuando en 1984 capturaron en España a Jorge Luis Ochoa y al señor Gilberto Rodríguez Orejuela, se unieron los dos carteles para planear un rescate de las dos cabezas de cada una de las organizaciones, antes de que los extraditaran a Estados Unidos. Finalmente, con mañas judiciales, lograron que los mandaran a Colombia. Acá los absolvieron a ambos.

¿Entonces por qué empezó la disputa?

La guerra empezó por un lío de faldas entre “Piña” y Jorge Elí “el Negro” Pabón. “El Negro” Pabón era un hombre muy leal a Pablo Emilio Escobar Gaviria. Y Alejo Piña era un hombre de “Pacho” Herrera. Ambos habían sido amigos en una cárcel de Nueva York. Pero cuando El Negro salió de prisión, se enteró de que Piña estaba viviendo con la que había sido su esposa. El Negro habló con el patrón y acordaron que había que matar a Piña. Como el Cartel de Medellín mató a Hugo Hernán Valencia, un hombre que había tenido un problema con Gilberto Rodríguez, les pedimos a los Rodríguez que nos devolvieran el favor. Que nos dejaran matar a Piña, o que ellos mismos, con su gente, se encargaran de él. Nosotros no sabíamos del poder económico y militar de “Pacho” Herrera. Los Rodríguez, en vez de explicarle esto al patrón, fueron directamente a decirle a “Pacho” Herrera que el Cartel de Medellín le quería matar a Piña y ahí se armó la guerra. Los Rodríguez se beneficiaban de “Pacho” Herrera. Él era el rico de Cali.

¿Cómo fue su primer asesinato?

Me tocó matar a un despachador de buses en Envigado. Cuando él era conductor, la mamá de un amigo de Pablo Escobar se subió al bus que él conducía, y antes de bajarse arrancó, la hizo caer, la dejó tirada en el suelo, no la ayudó y ella murió; cuando este muchacho consiguió plata, le pidió a Pablo Escobar que lo ayudara a vengarse del conductor. Yo hice la inteligencia, encontré al tipo y lo maté. No sentí nada. Eso de que uno no duerme pensando en los muertos no aplica conmigo. Tampoco he necesitado recurrir a la droga, a fumar cigarrillo o tomar pastillas para estar tranquilo. Los actos que he cometido no me han quitado el sueño.

¿Cuál era su arma preferida?

Dentro del Cartel de Medellín una subametralladora MP5 que tenía el patrón. También el fusil AR-15 556. Hicimos la guerra con armas relativamente pequeñas, hasta con pistolas y revólveres. Luego aprendimos a usar la dinamita. Con esa arrodillamos al país. Pusimos 250 bombas en Cali, Bogotá y Medellín. La más brava fue la del DAS. En la serie nos han mostrado usado rockets (lanzacohetes). Alcanzamos a tener pero casi nunca los usamos. Un rocket es muy difícil de manejar, para eso se necesita entrenamiento militar. Me acuerdo que un día estábamos en la hacienda Nápoles, Carlos Lehder sacó uno para probarlo contra una casa, disparó y el misil se le fue contra unas fincas más allá, ¡hizo un daño ni el verraco!

¿Quiénes quedan vivos del Cartel de Medellín?

“El Arete” vive en España. Unos dicen que “el Mugre” está vivo, otros que está muerto, no estoy seguro. Y no más.

¿Tenía algún ritual para antes o después de matar?

Para nada. Gracias a Dios yo soy muy educado. Nunca me comí el cuento de que había que encomendarse a un santo o hacer algún ritual. Los que hacen eso están locos. En esa época había ritos y muchachos que andaban con escapularios. No niego que creo mucho en Dios. Usted sabe que el paisa es rezando y matando… [Risas].

¿En algún momento pensó en traicionar a Pablo Escobar?

Jamás. Lo primordial era protegerlo y pelear con él. Incluso en su momento más crítico, cuando le dio paludismo cerebral, los únicos que estuvimos a su lado fuimos El Arete y yo. El patrón estuvo varios días enfermo y tirado en una cama. Yo pude haberlo metido en un costal y venderlo como un bulto de papas. Pero él era amado por nosotros en el buen sentido de la palabra. Fue quien nos enseñó a pelear y nos dio todo. Si Pablo Escobar volviera a nacer me iría con él sin pensarlo.

¿No sintió que Pablo Escobar podía traicionarlo o entregarlo como hizo con Carlos Lehder?

Lehder fue entregado a las autoridades por Pablo Emilio Escobar Gaviria porque cometió un error: mató al Rollo por un lío de faldas. El Rollo era un sicario muy importante para el Cartel de Medellín, del mismo talante mío. Lehder se había vuelto inestable, problemático, todo el día metía cocaína. En esa época la policía de Medellín trabajaba con nosotros. Los altos mandos nos llamaban y nos decían que si no había alguna captura los iban a cambiar. El patrón lo entregó para parar la jauría.

¿Qué puede decir sobre Griselda Blanco, asesinada hace poco, y de quien se dice fue la patrona de Pablo Escobar?

Una dura. En un principio, cuando era dueña del barrio Antioquia, tuvo mucho más poder que Pablo Escobar. Alcanzó a ser la patrona de Medellín, pero el patrón no quiso marchar para ella. Por eso, cuando ella ve que el patrón está creciendo, lo quiere matar. Y ahí es cuando él se le enfrenta con todo el grupo y la saca corriendo para Miami a finales de los años setenta. Griselda prefirió no entrar en una guerra.

¿Alcanzó a ser rico?

Sí. Nosotros ganábamos mucho dinero. Y había gente que dependía de mí y también le iba muy bien. Hoy no soy rico. Pero por ahí tengo unos pesitos que me ayudan a mantenerme, a vivir bien. Yo aprendí que en este país para vivir bien no se necesita mucho. Eso sí, no vuelvo a comprarme un reloj de oro, un Mercedes-Benz, una finca con piscina. Y la próxima mujer que me consiga tiene que ser humilde. Una mujer que no sea tan gastona para no tener que meterme en problemas.

¿Alguna vez se dio alguna excentricidad?

No. El único gusto que me he dado en la vida son las mujeres. Dentro de las que he tenido puedo nombrar a mi exesposa Ángela María Morales y a mi novia Wendy Chavarriaga, exnovia de Pablo Escobar, y a quien me tocó mandar a matar por orden de él. Dos princesas hermosísimas, reinas de belleza.

¿Se arrepiente del asesinato de Wendy?

Lo de Wendy fue una locura. Yo mandé a un grupo de muchachos –hoy todos está muertos– que estaban bajo mi mando. No fui capaz de ejecutarla. Le puse una cita y ellos se encargaron. Realmente hoy no lo haría. No me arrepiento de nada, no se puede cambiar el pasado, pero a veces en mi celda me lo recrimino… Si algún día vuelvo a ver a Wendy, solo podría decirle como en las películas: “I’m sorry”. No era yo. Tenía toda esa violencia en la cabeza. Lo que pasa es que en esa época yo era un hombre muy leal a Pablo Escobar y ella se había convertido en informante del Bloque de Búsqueda. Wendy nunca le perdonó al patrón que la durmiera y con la ayuda de un veterinario la hiciera abortar un hijo de ellos dos.

Hábleme de su exesposa y su hijo…

Tengo rota la unidad familiar… Soy separado gracias a Dios, porque el matrimonio es una cadena perpetua, por lo menos aquí me rebajan los años [risas]. Mi exesposa vive con mi hijo en Estados Unidos. Con él hablo por teléfono, nos escribimos, me manda ropa. Yo no he querido que venga a visitarme. No quiero que le tomen fotos, no quiero arriesgar su vida. No sé si cuando salga lo vaya a buscar. Además, como le digo, la situación con la mamá es complicada.

¿Cómo fue su matrimonio?

Mi padrino de bodas fue Iván Urdinola Grajales. Con él nunca hubo problemas porque era del Cartel del Norte del Valle. Tuvimos una boda “normalita”, sencilla. El cura no me quería casar porque me faltaba un papel, me tocó coger un cuchillo y amenazarlo [risas]. Le dije: “me casa hijue…, o lo mato”. Me casé con un cura amenazado y el matrimonio me salió “malangas”.

¿Cuando salga quiénes pueden atentar contra su vida?

Mi cabeza tiene precio solo para la familia Ochoa Vásquez. Por eso estoy protegido acá. Ellos son los únicos que me quieren matar. La familia del patrón solo se dedica a difamarme y desvirtuarme. Pero el que realmente está ofreciendo dinero para que me maten es Jorge Luis Ochoa Vásquez, apoyado por una persona que siempre ha estado oculta y la historia ha dejado como víctima por haber sido secuestrada por el M-19: Martha Nieves Ochoa, “la hermana maquiavélica”. El patrón, con la aprobación de Jorge Luis Ochoa –dato del que quizás se entere apenas con esta entrevista– le mandó a matar al esposo cuando no quiso aportar dinero al grupo de Los Extraditables. El encargado de ese trabajo fue Pinina. Lo ejecutó dentro un gimnasio del barrio El Poblado en Medellín.

Usted afirma que el hijo de Pablo Escobar (hoy Sebastián Marroquín) alcanzó a cometer delitos…

Sí, él es un bandido. Cuando yo estaba en la cárcel La Modelo, el patrón me autorizó para que le pagara 50.000 dólares a un testigo que pensaba declarar contra Juan Pablo, en la muerte del capitán de la policía Fernando Hoyos Posada en 1992. Juan Pablo estuvo el día del atentado. Ayudó a instalar una caneca con dinamita para volar la casa donde murió el oficial. Juan Pablo, desde los doce años, participó en varias torturas que llevamos a cabo en la hacienda Nápoles.

¿Cómo eran las torturas?

Duras, crudas. Utilizábamos muchas cosas para torturar a los que considerábamos nuestros enemigos. Bolsas, agua caliente, herramientas, soldadores, cuchillos. Los llamábamos “métodos de presión”. Lo último que les mostrábamos a los que llevábamos a torturar en la hacienda Nápoles era un arma de fuego.

Qué tiene para decirle a la gente que no está de acuerdo con que usted salga libre…

Soy un hombre que busca una oportunidad en la sociedad. Un hombre que está en paz consigo mismo. Cuando salga, repito, no pienso hacerle mal a nadie. No le tengo miedo a la justicia porque me he dado cuenta de que inclusive para un hombre como Popeye puede haber justicia.

ElTiempo.com

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Pablo Escobar y la explosión de la narco ficción

27/08/2015 – 20:29h – Netflix estrena Narcos, una nueva serie sobre el nacimiento del cartel de Medellín y del imperio de terror con el que Pablo Escobar logró convertirse en uno de los hombres más ricos del planeta en los años 80

Narcos, vida y obra de Pablo Escobar

Narcos, vida y obra de Pablo Escobar

 

Pablo Escobar, un malo de Batman

El inminente aterrizaje de Netflix en España el próximo octubre llevará consigo una de sus últimas producciones propias. Narcos se enmarca en la estrategia de la compañía norteamericana para expandir su negocio a otras latitudes (ahora mismo presente en 50 países y el objetivo es ampliar hasta 200 a finales del 2016). Los primeros andamios fueron las producciones internacionales Sense8 y Marco Polo y su  primera producción original en castellano, la comedia futbolera Club de Cuervos, estrenada el pasado 7 de agosto.

A pesar de la destacada presencia del idioma de Cervantes, Narcos tiene más vocación internacional que la mejicana Club de cuervos. Centrada en la figura más reconocible del mundo del narcotráfico y el crimen, incluye actores de Brasil (Wagner Moura), México, Chile (Pedro Pascal, conocido por su papel de Oberyn en Juego de Tronos), Colombia, Argentina (Alberto Ammann) y Estados Unidos (Boyd Holbrook). Además está grabada en Bogotá, Medellín y otras partes de Colombia. Como Traffic, está rodada en dos idiomas y un punto de vista narrativo que cabalga entre dos mundos: el colombiano y el norteamericano.

Producida y dirigida en los dos primeros episodios por el documentalista José Padilha, Narcos se reparte en diez episodios centrados en el ascenso de Pablo Escobar durante los años 70 y 80, cuando valiéndose del narcoterrorismo afianzó un imperio de la droga con el que abastecer de cocaína a los Estados Unidos y Europa. En el otro bando, se relatan los intentos de las fuerzas especiales colombianas, el gobierno y la DEA (la agencia del departamento de justicia de los Estados Unidos dedicada a la lucha del contrabando y el consumo de drogas) de poner fin al período más violento y turbulento de la historia reciente de Colombia.

Narrada en una voz en off desde el presente -la de Steve Murphy, interpretado por Boyd Holbrook (Perdida)- Narcos repasa con ínfimo detalle todos los episodios de la batalla sin cuartel que libraron Escobar y el cartel de Medellín contra el gobierno colombiano y sus fuerzas de orden respaldadas por Washington DC.

Narcos: El cártel de Medellín

Narcos: El cártel de Medellín

Escobar y ETA

Desde el principio, Narcos se desmarca desde el inicio con un meticuloso trabajo de documentación, aderezado con abundante material de archivo: noticiarios, prensa, fotografías y otros documentos que sintonizan con la etapa documentalista de Padilha. Una prueba cercana a ese enfoque más documental es un fragmento del sexto capítulo en el que se destapa la conexión de la organización de Pablo Escobar con la banda terrorista ETA. El enlace ocurre gracias a un especialista en explosivos que sería pieza clave en el devastador atentado de Avianca, en el que murieron los 107 tripulantes del avión donde supuestamente debía viajar el por entonces candidato a la presidencia de Colombia, César Gaviria.

También destaca por el estilo y el tono de una cuidada superproducción. Ya en la primera toma de contacto la voz en off y la imagen congelada recuerdan a Scorsese, pero tampoco resulta complicado hallar huellas de Blow, la película de Ted Demme que ya se centraba en el contacto del cartel de Medellín en el Sur de los Estados Unidos, y otros clásicos como Scarface, Ciudad de Dios o series recientes como Gomorra.

De hecho la línea temática utilizada para hacer avanzar los arcos de los personajes principales, Pablo Escobar y su antagonista norteamericano en la DEA, se mueve alrededor de la fina línea que separa el bien y el mal en circunstancias extremas, especialmente para los agentes y fuerzas militares que la traspasan con tal de poner fin a la oleada de terror de los narcos. Un tema similar al que el propio Padilha recurrió en Tropa de Élite, donde describía los brutales métodos utilizados por el batallón de las operaciones especiales brasileñas para combatir el crimen de las favelas de Río de Janeiro.

Narcos, vida y obra de Pablo Escobar

El narco es el nuevo serial killer

El drama criminal de Netflix no es el primer acercamiento a la famosa figura de Escobar. Cine, literatura, televisión, documentales y música han dibujado sus respectivos retratos del mortífero zar de la cocaína asesinado en 1993. Antes de que el brasileño Wagner Moura aprendiera español en tiempo récord para poder reproducir el habla pausada y severa del narco colombiano, Benicio del Toro había hecho lo propio en Escobar: paraíso perdido, thriller dirigido por Andre Di Stefano y estrenado el pasado año en nuestras salas. Anteriormente la propia televisión colombiana, Caracol Televisión, había producido Escobar, el patron del mal (2012), exitosos serial basado en la biografía La parábola de Pablo de Alonso Salazar.

La lista desborda cuando añadimos bibliografía y documentales: The True Story of Killing Pablo (2002), Los tiempos de Pablo Escobar (2012), Los archivos privados de Pablo Escobar (2004), Pablo, ángel o demonio (2007), o Pecados de mi padre (2009), son solo parte del extenso recorrido en la no ficción.

Aunque el capo del cartel de Medellín no es la única figura que ha dado pie a relatos enmarcados en la ficción y la no ficción. Su homólogo contemporáneo en el México actual, el Chapo Guzmán, sigue en paradero desconocido pero será el protagonista de El varón de la droga, una narco-novela escrita por Andrés López para Univision. Un género boyante en las televisiones latinas como demuestra también las narco-novelas dedicadas a Rodríguez Gacha (uno de los narcotraficantes más temidos del cartel de Medellín, interpretado por Luis Guzmán en el producto de Netflix), los hermanos Orejuela (jefes del cartel de Cali) o Griselda Blanco (socia del cartel de Medellín en Miami).

Desde el campo del documental, destacan Narcocultura, centrado en la cultura narco y Tierra de cárteles, alrededor de las autodefensas de Michoacán. Las dos capturan la crudeza, el dolor y la semilla de odio que brota en las tierras salpicadas por la sangre, el dolor y la desazón que impone la presencia del narco.

El escritor Don Winslow es otro de los que pone el foco, en su caso desde la ficción, en los paisajes teñidos de rojo a uno y otro lado de la frontera estadounidense con México. Los Reyes de lo Cool, El poder del perro, Salvajes y El cártel, que planea adaptar al cine el director Ridley Scott, componen el grueso de una obra que recoge el impacto del negocio de la droga en ambos lados de la frontera. Todas ellas muestras visibles de que las historias sangrientas de los narcos siguen siendo una valiosa fuente de inspiración. Si Narcos cumple con los objetivos marcados por Netflix, la serie se desplazaría hacia otros reconocidos capos y sus imperios de la droga, sería cuestión de tiempo que el chapo Guzmán tuviera su temporada en la plataforma de VoD.

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Juan Ramón Matta Ballesteros: Narco hondureño socio de Escobar

Juan Ramón Matta Ballesteros (Tegucigalpa, M.D.C., Honduras, 12 de enero de 1945) también conocido como Ramón Matta, Juan Ramón Matta del Pozo, y Juan Ramón Matta López, es un excapo de la droga que tuvo vínculos con el Cartel de Medellín por medio de Griselda Blanco y Pablo Escobar y el Cartel de Guadalajara por medio de Miguel Ángel Felix Gallardo.

Fue el principal responsable de la conexión colombo-mexicana entre el Cartel de Medellín, Cartel de Cali y Cartel de Guadalajara suministrando el transporte aéreo de más del 60% de la droga que ingresaba a territorio de Estados Unidos. Los E.E.U.U habían permitido y alentado en secreto el flujo de cocaína a través de América Central, cuando sabían que los dineros provenientes de la venta de drogas ayudarían a la lucha de los rebeldes para derrocar el régimen izquierdista en Nicaragua. El gobierno estadounidense había frustrado diferentes esfuerzos de la DEA por arrestar a Juan Ramón Matta Ballesteros, pues éste transportaba cocaína a México y, de regreso, provisiones militares a los insurgentes contras. La CIA y el Ministerio de Justicia llegaron a cerrar la oficina de la DEA en Tegucigalpa en 1983 con el fin de proteger la operación de Matta Ballesteros. Agentes de la DEA se refirieron a Matta Ballasteros y a Setco, su aerolínea protegida por la CIA, como clave para la “explosión” de la cocaína que se trasladó a través de México hacia los Estados Unidos en la segunda mitad de la década de 1980.[the_ad id=»4035″]

En abril de 1988, en allanamiento a su propia casa en la ciudad de Tegucigalpa fue secuestrado por Alguaciles de los Estados Unidos, y enviado a los Estados Unidos para ser juzgado y condenado por el secuestro y asesinato de Enrique Camarena Salazar, así como por otros cargos, se presume que su secuestro pudo ser causada por traición de Miguel Ángel Felix Gallardo para apoderarse de las rutas que poseía y quitarse presión de la DEA por el asesinato de Enrique Camarena Salazar.

Matta está cumpliendo 12 condenas a cadena perpetua en el ADX Florence, un centro penitenciario de máxima seguridad cerca de la localidad de Florence, Estado de Colorado.

El 7 de diciembre de 2018 Estados Unidos retiró los cargos del asesinato de Enrique «KIKI» Camarena Salazar por lo cual se espera que obtenga una rebaja de sentencia o su salida de la cárcel y regreso a su país natal Honduras.

Fortuna y bienes

Según la revista Forbes en un estudio hecho en 1987, Matta llegó a tener una fortuna valorada en $2.000 millones de dólares, Matta, como muchos otros narcotraficantes regalaba dinero y comida a los más pobres de Honduras y Colombia; llegó a tener tanto dinero que ofreció pagar la deuda externa de su país, Honduras pero el Presidente, José Azcona del Hoyo se negó. Matta llegó a exportar el 65% de cocaína desde Colombia hacia España, país en el que residió por varios años, donde hizo una alianza con dos capos de los Carteles de droga más grandes de Colombia, en el caso del Cartel de Cali, con Gilberto Rodríguez Orejuela y en el caso del Cartel de Medellín, con Jorge Luis Ochoa en el cual eran socios.[the_ad id=»4052″]

En Honduras, Matta-Ballesteros fue protegido y ayudado por colaboradores hondureños y altos mandos militares que le facilitaron traspaso de droga e impunidad de ser juzgado en Honduras. Estos colaboradores incluyen el Coronel Reyes Sánchez; Coronel Leónidas Torres Arias, el director de la “G2” servicio de inteligencia que era el equivalente de la CIA en Honduras; el Teniente Coronel Juan Ángel Barahona, Jefe de Interpol; y el Coronel Armando Calidonio, miembro de la difunta Dirección Nacional de Investigación – DIN, una unidad especial de investigación. Este último, fue padre del alcalde de San Pedro Sula – Armando Calidonio.

A Matta se le confiscaron más de 45 propiedades en Medellín, Colombia, por orden de extradición y cargo de implicación con el Cartel de Medellín, liderado por Pablo Escobar, en el cual fue de sus principales socios en el extranjero en Países como España, México y según la DEA el Cartel y sus socios tenían planeado montar un proyecto en Honduras, país de origen del capo.

La fortuna de Matta creció cuando promovió el tráfico de droga desde Colombia hacia España, y cuando importó droga desde España hacia California, Estados Unidos.[the_ad id=»4354″]

Arresto de la DEA en 1973

La DEA había arrestado a Matta en 1973 en el Aeropuerto Internacional de Dulles en las afueras de Washington, DC con 54 libras (24 kg) de cocaína. Después de escapar de la prisión federal en la Base de la Fuerza Aérea Eglin en Florida, donde había estado cumpliendo una condena de tres años por violaciones de pasaportes y entrada ilegal a los Estados Unidos, Matta fue ampliamente conocido como uno de los narcotraficantes claves en el establecimiento de el «Trampolín mexicano» – el transporte de cocaína desde Colombia, Cartel de Medellín a los Estados Unidos a través de la organización de Miguel Ángel Félix Gallardo con sede en Guadalajara, México.
Implicación con los Contras

Según un informe de inteligencia de la DEA en 1978, Matta se había convertido en socio de negocios con el general Policarpo Paz García, y había financiado directamente en Honduras a un «Capo de cocaína» que llevó al poder a Paz. Se cree que a partir de esta relación, Matta se involucró en el Grupo Paramilitar nicaragüense conocido como «Los Contras».

De acuerdo con las «Selecciones del Informe del Comité del Senado sobre Drogas, Aplicación de la Ley y Política Exterior presidido por el senador John F. Kerry», «la compañía aérea hondureña SETCO», fue la principal empresa utilizada por La Contra en Honduras para transportar suministros y personal para la FDN que transportaba al menos un millón de rondas de munición, comida, uniformes y otros pertrechos militares para La Contra desde 1983 hasta 1985.

SETCO recibió fondos para las operaciones de abastecimiento de Los Contra de las cuentas de contrapartida establecidos por Oliver North » en un informe de 1983 de la Aduana de Estados Unidos. La Investigación encontró que «SETCO significa Servicios Turistas Comandante Ejecutivos y está dirigida por Juan Matta-Ballesteros, un violador de clase I de la DEA.» El mismo informe señala que de acuerdo con la Administración de Control de Drogas, «La empresa de aviación SETCO es una sociedad formada por hombres de negocios norteamericanos que están lidiando con Matta y con narcóticos de contrabando a Estados Unidos.[the_ad id=»4034»]

«Matta había sido identificado por la DEA en 1985 como el miembro más importante de un consorcio para mover una parte importante (tal vez un tercio o más de la mitad) de toda la cocaína traficada desde Colombia a Estados Unidos. La DEA también cree que Matta estaba detrás del secuestro de un agente de la DEA en México, Enrique Camarena Salazar, quien fue torturado y asesinado.

Desde entonces se ha conocido en las postrimerías del caso Irán-Contra que el teniente coronel Oliver North había creado las cuentas bancarias a través de las cuales SETCO cobraría por sus servicios a los militares de Estados Unidos. El 9 de julio de 1984 hay una entrada en el diario Norte de los Estados, en escritura propia de Oliver North: «quería un avión para ir a Bolivia a recoger pasta, quiero un avión para recoger 1.500 kilos.» El 12 de julio de 1985 una entrada dice, «$ 14 millones para financiar (armas) provenía del negocio de las drogas». 9 de agosto de 1985: «En Honduras un DC-9 que se usa para tramos hacia Nueva Orleans probablemente está siendo utilizada para el narcotráfico dentro de Estados Unidos. «Es fácil ver que cuando la oficina local de la DEA en Tegucigalpa, Honduras comenzó a moverse contra Matta en 1983, fue cerrada.[the_ad id=»9166»]

El informe llegó a la conclusión de que «La relación colombo-mexicano, desarrollado por Juan Ramón Matta Ballesteros, un hondureño con estrechos vínculos con el Cartel de Medellín, condujo a una explosión de cargamentos de cocaína a través de México, con las incautaciones de cocaína en ese país, en un aumento de 2,3 toneladas en 1985 a 9,3 toneladas en 1987.»

El detonante que lo alejó de la alianza Colombo-mexicana, fue un avión el cual llevaba armas y municiones milita a la contra nicaragüense que se precipitó y dejó expuesta a la cia. Se presume que Miguel Ángel Feliz Gallardo usó ese detonante para dar información que llevó a la detención y secuestro de Juan Matta-Ballesteros en Tegucigalpa, apoderándose de las rutas que le pertenecían a Juan Matta-Ballesterosa cambio de librarse de la presión ejercida por la DEA por el asesinato de Camarena.

Detención y condena

Matta fue detenido en 1986 en Colombia, pero compró su salida de la cárcel con un soborno de $2 millones de dólares y regresó a Honduras.

En marzo de 1988, las consecuencias políticas de la Irán-Contra habían devastado el apoyo político en Washington para la guerra de Los Contras, y comenzó a restablecerse. En abril de 1988, Matta, después de haber agotado su utilidad, fue sacado de su casa de Tegucigalpa, por unos Alguaciles de los Estados Unidos, y fue enviado a la Estados Unidos para ser juzgado.

Matta Ballesteros alegó que en el camino a los EE. UU., en la base militar de Palmerola fue interrogado bajo tortura (quemado repetidamente con una pistola eléctrica de alta tensión). Más tarde fue trasladado en avión a República Dominicana, donde fue arrestado oficialmente por una orden pendiente de 1971. A partir de ahí, fue remitido a la Penitenciaría de Estados Unidos Marion. Después de su secuestro hasta 2.000 manifestantes salieron a las calles de Tegucigalpa. Los diplomáticos de Estados Unidos en Honduras dijeron que los disturbios no fueron en apoyo al Sr. Matta, sino como protesta por el secuestro de un ciudadano hondureño por cargos penales presentados por gobiernos extranjeros, una violación directa de la Constitución de ese país. Sin embargo, muchos dijeron que era porque Matta era muy querido y era visto como un «Robin Hood» en la nación Centroamericana. Al final, unas 6 personas perdieron la vida y el anexo de la Embajada de los Estados Unidos en Honduras fue quemado en señal de protesta.[the_ad id=»8984″]

Matta ha impugnado su detención en 1988 por motivos de violación. Sin embargo, la Corte de Apelaciones de Estados Unidos para el Noveno Circuito rechazó su caso. Ellos encontraron que «las circunstancias que rodearon el secuestro Matta-Ballesteros, a la vez inquietante para nosotros y buscamos realizar de ninguna manera a tolerar …» no violó la doctrina Ker-Frisbie. Sin embargo, el juez Noonan escribió «que los secuestradores, más que una banda de fanáticos, eran agentes policiales de los Estados Unidos lo cual duplica el horror de su actividad. Si los agentes de la potencia más poderosa en la tierra son sospechosos de secuestro por parte de la autoridad legal – o más bien, en obediencia a la autoridad superior en el departamento ejecutivo, se ven obligados a secuestrar – la libertad de las personas en todo el mundo está a merced de una decisión tomada por un funcionario del Departamento de Justicia. »

Del mismo modo, el secuestro de Matta fue seguido por el del mexicano Humberto Álvarez Machain acusado de complicidad, como Matta, en el caso Camarena. Machain luchó su caso, sobre la ilegalidad del secuestro, ganó y fue devuelto a México.

Al igual que otros narcotraficantes notables en el caso Camarena, como Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo y Miguel Ángel Félix Gallardo, Matta fue condenado finalmente como uno de los autores intelectuales, del secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar en Guadalajara, México. Además, Matta fue declarado culpable de operar una importación y distribución de cocaína en Van Nuys, California.

Matta está cumpliendo 12 condenas a cadena perpetua en el ADX Florence, un Centro Penitenciario de super máxima seguridad cerca de la localidad de Florence, en el estado de Colorado.

El 7 de diciembre de 2018 Estados Unidos retiró los cargos del asesinato de Enrique «KIKI» Camarena Salazar por lo cual se espera que obtenga una rebaja de sentencia o su salida de la cárcel y regreso a su país natal Honduras.[the_ad id=»4035″]

Vida empresarial

A principios de 1980, Matta se había vuelto extremadamente rico y miles de personas trabajaban en sus empresas tanto en Honduras como en Colombia (además de SETCO Airlines). Matta también tenía inversiones en café, tabaco, especias, ganado y explotaciones lecheras y fundó varias empresas agrícolas y de la construcción en Honduras. Un tribunal de apelaciones de Estados Unidos estima que Matta y Miguel Ángel Félix Gallardo hacían más de $ 5 millones por semana a partir de su actividad de tráfico de drogas solamente, y estas empresas ayudaron a Matta a blanquear gran parte de estas ganancias ilícitas. En 1982, agentes de la DEA informaron que Matta había pagado 50 millones de dólares para Bolivia y otros funcionarios latinoamericanos para proteger sus operaciones de narcotráfico contra el acoso policial.

Incautación de propiedades en 2014

El día 31 de julio de 2014, por medio de un operativo organizado en conjunto con la Fuerza Tigre de la Policía Nacional de Honduras, la Unidad de Privación de Dominio de la Fiscalía Especial contra el Crimen Organizado (FESCCO) y la Oficina Administradora de Bienes Incautados (OABI) se hizo un allanamiento de más de 15 propiedades pertenecientes al excapo Ramón Matta Ballesteros, las cuales estaban distribuidas en varias zonas exclusivas de Tegucigalpa, además de una enorme finca en San Esteban, Olancho. Cabe destacar que ninguna de estas propiedades estaban a nombre del capo, sino de sus familiares, entre ellos sus hijos. En la misma propiedad de la que fue sacado en 1988 se encontraban viviendo sus hijos y la seguridad de la residencia era liderada por un ciudadano colombiano, presuntamente familiar de la exesposa de Ramón Matta, Nancy Marlene Vázquez y por ende familiar de los hijos de Ramón Matta Ballesteros.

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Extracto del libro ‘La patrona de Pablo Escobar’, de José Guarnizo.

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