ASÍ PAGA POR SUS CRÍMENES LA QUICA
Por: MAURICIO BAYONA Corresponsal de EL TIEMPO Publicado el 13 de marzo de 2000
FOTO: Dandenis Muñoz Mosquera, La Quica
La única oportunidad que tiene Dandenis Muñoz Mosquera, La Quica , de ver la luz es en un pequeño patio de la cárcel de máxima seguridad de Florence en Colorado, en donde paga una condena de cinco cadenas perpetuas por la bomba del avión de Avianca, la muerte de Luis Carlos Galán y el atentado al DAS, entre otros.
El límite para caminar es de una hora por día. Todos los presos, no más de 50 por turno, se encuentran amarrados con cadenas en los pies y las manos que solo les permiten dar pasos cortos y angostos. Mientras tanto, cámaras de video, guardias en los techos, en el propio patio y en los muros, vigilan que la única sesión al aire libre y de entretenimiento de la cárcel empiece y termine sin ningún inconveniente.
En la cárcel de Florence el total de presos no llega a 300. Es catalogada como la prisión más moderna y segura del mundo y al mismo tiempo como la más estricta y severa en sus leyes internas. Allí se encuentran los delincuentes descritos como extrapeligrosos, incluyendo a Muñoz Mosquera, arrestado en Nueva York en 1991, cuando, según él, se encontraba de paseo con un amigo.
De las 24 horas del día, La Quica pasa 23 en su celda. El desayuno es a las cuatro de la mañana, el almuerzo a las 10 y la comida a las 2 de la tarde. Está prácticamente incomunicado. Su correo es limitado y revisado por más de tres personas y su celda cuenta con el espacio preciso para que solo quepa una cama, el sanitario, un lavamanos y la muda diaria que consiste en el infaltable overol blanco.
Ahora que en Colombia el tema de la extradición vuelve a estar de moda, creo que se está cometiendo un gran error. Uno como colombiano debe ser juzgado en su país por los delitos que realizó allá y no venir a pagar a Estados Unidos por algo en lo que nada tiene que verii , dice.
La Quica no niega su condición de ladrón y forajido en Colombia. Admite haber robado en más de una ocasión la Caja Agraria de los pueblos cercanos a Medellín, haber secuestrado y logrado rescates económicos y haber matado. Todo con el único propósito de vivir con lujos y comodidades.
Yo les pido perdón a las personas y familias que de alguna u otra manera les pude hacer daño. Hoy me arrepiento de todo eso y sé lo mal que actúe en ese momentoii , aseguró a EL TIEMPO, que lo visitó en su celda en Florence.
Física y exteriormente la cárcel tiene una apariencia dulce. Ubicada en una zona cubierta de colinas, muy cerca de las grandes montañas de Colorado que se cargan de nieve y frío en los inviernos, la penitenciaría de Florence por dentro es cosa seria. Impenetrable.
Todos los mecanismos de seguridad son electrónicos, cada interno es monitoreado las 24 horas del día y entre sus estadísticas existe un cero por ciento de probabilidades de que alguno de ellos se fugue.
La persecución Mi hermano Tyson tenía una relación muy cercana con Pablo Escobar. Yo lo conocí, pero nunca fui muy cercano a él. Sólo lo vi en dos oportunidades, pero nunca trabajé para él ni menos de la forma que aquí aleganii , recuerda La Quica .
De acuerdo con Muñoz Mosquera, Escobar parecía una persona de pocos amigos y él no era uno de ellos. Y aunque su hermano contaba con toda la confianza de Escobar, nunca supo más allá de lo que Tyson le contó y lo cual, según La Quica , era muy poco porque Tyson se caracterizaba por su brevedad. Por su silencio.
Pero la DEA y el FBI piensan otra cosa. Cuando Escobar logró escaparse de la cárcel en 1992, los organismos de seguridad de Estados Unidos se pusieron en la tarea de seguir cada paso de La Quica en su celda, al punto que sus propios compañeros de prisión se encargaron de grabar supuestas conversaciones en las que Muñoz Mosquera amenazaba con matar policías, guardias y poner una bomba en Nueva York, así como otras en que reconocía haber volado el avión de Avianca.
Uno de los testigos más fuertes e influyentes en el juicio fue el cubano Keny Vázquez, quien en coordinación con la DEA logró grabar una conversación con La Quica en la que le contaba que iba a poner una bomba en Manhattan. Sin embargo, Muñoz Mosquera asegura que la grabación fue editada por la DEA y el FBI con el fin de inculparlo.
Hoy en la cárcel de Florence, Colorado, La Quica lamenta muchas cosas. Haber matado y secuestrado, así como la muerte de cinco de sus 15 hermanos Tysoni , Angelo , Tilton , Nando y Audi , todos asesinados en distintas circunstancias.
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El destino de Dandenis Muñoz Mosquera parece ser uno y definitivo. Mientras que su caso por ahora está cerrado y tanto los fiscales como las propias autoridades hablan de una imposible apelación de su condena a cinco cadenas perpetuas, La Quica continúa pensando que habrá tiempo para regresar a Colombia. A una cárcel, no importa, pero a Colombia , dice.
Físicamente se le ve delgado, pero al mismo tiempo nutrido. Muñoz Mosquera tiene 34 años y como van las cosas podría pasar un mínimo de 60 ó 70 años más en la penitenciaría de Florence, antes que la Corte que tiene a cargo su expediente piense en trasladarlo a una cárcel con unas mejores condiciones de vida.
Nadie se imagina lo duro que es la vida en esta prisión. He pagado muy caro los crímenes que cometí en Colombia y me arrepiento de todos ellos. Pero en Estados Unidos yo no hice nada. Y menos los que ellos me encausaron. Todo es un invento y una mentiraii .
A La Quica no le gusta que le digan La Quica , ya que le recuerda a una tía que era muy fea. A finales de este año cumple nueve años de estar en una cárcel en Estados Unidos y cinco en Florence, donde duerme, come y habla poco. Sin embargo, no lo suficiente para perder un ceñido e inigualable acento paisa.
13 de marzo de 2000
El barrio “Medellín sin tugurios” la herencia de Pablo Escobar
El Gobierno Municipal anunció inversión en el barrio Pablo Escobar/ Colprensa
En las colinas de Medellín, en un barrio que durante 37 años fue olvidado por el Estado, viven unas 16.000 personas, algunas de las cuales aún recuerdan con agradecimiento al capo más temido de la historia colombiana, Pablo Escobar Gaviria, quien fue, para algunos de los habitantes de este sector popular del centro oriente de la capital antioqueña, su “Robinhood colombiano”.
Hasta hace poco, en la entrada, por unas escaleras angostas y empinadas, se encontraba un mural con la cara del fundador del Cartel de Medellín. Pese a que el nombre original que se le dio en 1984 fue “Medellín sin tugurios”, todo el mundo lo conoce como “el barrio Pablo Escobar”.
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Pablo Escobar Gaviria es recordado en Colombia y el mundo como uno de los peores narcotraficantes. Fue el fundador del Cartel de Medellín, encargado en los años 80 y 90 del 80% de la producción mundial de cocaína, además, de crear un grupo armada dirigido por Jairo Velásquez “alias popeye” que ejecutaron diferentes actos terroristas como el asesinato de 657 policías en 1989 y 1993, la muerte de figuras publica como Rodrigo Lara Bonilla y Luis Carlos Galán entre otros actos que acabaron con la vida de muchas personas en el país.
El escritor Gilmer Mesa en su libro “La cuadra”, cuenta, desde su perspectiva, cómo fue vivir en los barrios de Medellín en medio de la violencia y la “escobarización” que afectaron la cultura. Ya que fue testigo de cómo los jóvenes dieron la vida por la guerra que inició Escobar e incluso su hermano hizo parte de una de las bandas que azotó la ciudad en los años ochenta donde murió.
“Creó una “escobarización” de la sociedad donde la gente ve que el único camino es el del dinero fácil, el de una sociedad que dice “usted no sabe quién soy yo” y todo lo resuelve matando”, aseguró en una entrevista con la BBC el escritor colombiano.
Sin embargo, no todos recuerdan lo malo, especialmente en esta comunidad donde el capo del cartel de Medellín comenzó construyendo 250 casas y antes de morir dejo 400, para personas sin hogar que trabajaban y vivían en lo que antes era un basurero.
“Este barrio se fundó hace 37 años. Como Pablo era tan entusiasta con la juventud, visitó algún día un sitio donde los niños jugaban fútbol, al lado de un basurero, en donde también vivían. Entonces dijo ‘qué pesar toda esa gente viviendo en esos tugurios’”, así lo contó para el diario el Clarín Iván Hernández, habitante del barrio.
Algunos señalan que el capo colombiano, hizo estas obras sociales para limpiar su nombre e impulsar la carrera política con la que aspiraba ser presidente del país. En 1982 logró ser senador de la República, pero en 1983, tras diversas publicaciones del diario El Espectador, que lo señaló como narcotraficante, y con la acusación directa del ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla, perdió su escaño.
Ahora, la mayoría de los habitantes del barrio quieren alejarse de la figura del narco, que les heredó su nombre y con él el estigma de la violencia; aunque aun hay tiendas en la zona que venden “recordatorios” con la imagen del capo y casas que tiene la foto de él adornando la sala, los actuales residentes del sector buscan que los reconozcan como una comunidad pacífica y trabajadora.
Vecinos del barrio Pablo Escobar pasan por delante de una pintura con la cara del capo del narcotráfico, el 28 de noviembre de 2018, en Medellín, Colombia (AFP – Raul ARBOLEDA)
Como Escobar llevó a cabo la construcción sin permisos, el Estado decidió dar orden para tumbar la construcción, lo cual no pudo hacer porque las casas están habitadas, pero hasta el reciente anuncio de la Alcaldía, las administraciones locales se habían negado a invertir recursos en esta población.
“El barrio no ha sido reconocido por el Estado precisamente por ser de alguna forma herederos de Pablo Escobar, también han intentado desalojarnos varias veces y tuvimos dificultades en los inicios para acceder a servicios públicos”, explicó, Uberney Zabala, quien fuera presidente de la junta comunal del vecindario.
“Estamos cambiando es referente que tuvimos durante tantos años de violencia, de la violencia de Pablo Escobar”, aseguró Zabala en declaraciones a Noticias Caracol.
“El barrio no recibe ayudas porque se llama Pablo Emilia Escobar Gaviria, pero allá viven medellinenses que pagan impuestos, que pagan predial”, se quejó en 2019 el concejal Santiago Jaramillo
Ahora, la administración municipal anunció la construcción de un jardín infantil, con más de 10 aulas, en 2.700 metros cuadrados, para niños de 2 a 5 años, además de otras cinco infraestructuras educativas
La inversión comprenderá más de 10 mil millones de pesos, con lo que se espera comenzar a cambiar la historia de “Medellín sin tugurios”. “Aquí se va a formar una nueva generación con una visión diferente”, concluye Zabala.